En Cáceres ha abierto sus puertas al público uno de esos edificios a los que se puede calificar, sin riesgo de exageración, como emblemático. Me refiero al Palacio de los Golfines de Abajo, construido a partir del siglo XIV y cuya fachada –no hay visitante que no fotografíe su crestería de piedra– es seguramente la más bella y singular de la ciudad. Durante cinco siglos esa edificación que fue también casa fuerte y luego palacio señorial permaneció abierta tan solo para sus propietarios y las distintas generaciones de la familia Golfín y herederos.
Al igual que ocurre en otros muchos palacios de la ciudad monumental de Cáceres, los turistas y visitantes podían asomarse únicamente al patio que se divisa desde el zaguán de entrada, pero no traspasar la verja. Con la rehabilitación del edificio llevada a cabo por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno no solo se consolida un bien patrimonial de primerísimo nivel sino que se ‘recupera’ para Cáceres y para todos los visitantes y turistas un espacio que ilustra con detalle los usos y costumbres de una familia de la nobleza española vinculada durante siglos a la historia y a la vida social y económica de Extremadura.
Con ser importantes y fáciles de imaginar los beneficios ‘turísticos’, quizás no sean la principal aportación de que haya abierto sus puertas al público el Palacio de los Golfines de Abajo. Además de los visitantes recorriendo estancias con mobiliario, pinturas, esculturas, armas, trajes, reliquias… su apertura significará también la posibilidad de consultar un archivo histórico con más de 8.000 documentos –ya se está catalogando y digitalizando– al que podrán acceder de manera segura y cómoda investigadores y estudiosos.
De momento, en las vitrinas de la exposición abierta en la llamada Sala de Documentos se pueden ver desde reales privilegios con sellos de plomo de la reina Juana de Castilla hasta reales cédulas otorgadas por Isabel la Católica y confirmadas por Felipe II, pasando por el manual de los Libros de Cuentas del Camarero Sancho de Paredes o una carta de los Reyes Católicos a Alonso Holguín solicitando que envíe 600 peones y 70 lanzas para la guerra de Granada, fechada en Córdoba el 31 de julio de 1485.
Es de suponer que en el archivo de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno figure también documentación de siglos más recientes (por ejemplo el XIX, acerca de la guerra contra los franceses, y también del XX) en los que la familia Golfín y los condes de Torre Arias tuvieron una presencia relevante en la historia de Cáceres y de España.
Durante cinco siglos bien podría decirse que ese palacio ha sido en esencia una fachada y una palabra, «golfín», siempre entrelazada a múltiples elucubraciones sobre su origen y hazañas. Un palacio donde habitaron guerreros extremeños que se atrevieron a fijar aquella lápida tan recordada por Pedro de Lorenzo: «Aquí esperan los Golfines el día del Juicio». Ese palacio tiene desde ayer abiertas las puertas al viajero y les aseguro que recorrer sus estancias representa algo más que un paseo por la historia.