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Picasso en Cáceres

PICASSO es inabarcable, pero la muestra ‘Sueños grabados’ que se expone hasta el 2 de septiembre en la cacereña Fundación Mercedes Calles esboza un rico perfil de su obra gráfica. Entre el centenar de piezas, desde 1904 hasta los años sesenta del pasado siglo, se pueden rastrear no solo sus principales etapas como grabador, dibujante y pintor, sino la desbordante humanidad y pasión creadora que recorre su vida, propia de un ‘fauno’ y de un genio.
Una vez, según la famosa anécdota, le preguntaron a Jean Cocteau qué salvaría del Museo del Prado en caso de incendio y dijo que «salvaría el fuego». Después le preguntaron lo mismo a Dalí y respondió: «Yo salvaría el aire que hay dentro del cuadro de ‘Las Meninas’ de Velázquez». Cuando le plantearon a George Bernard Shaw qué cuadro salvaría de la National Gallery contestó: «El que estuviera más cerca de la puerta, por supuesto».
Ayer, mientras recorría la muestra de Picasso en la Fundación Mercedes Calles me hice la misma pregunta y tuve clara la respuesta: yo salvaría no una sino dos obras: ‘El sueño. Geneviève Laporte’, y ‘Picasso presentando un espejo a Geneviève Laporte’, dos litografías de 1951 de la serie ‘Le Soleil ébloui’, que reflejan de manera ejemplar aquella condición de ‘Barba Azul’ que François Gilot atribuía a Picasso, siempre deslumbrado por sus sucesivas amantes, musas, modelos, compañeras…
El trazo grácil e impecable con que pinta a una joven Geneviève Laporte que entonces tenía 24 años, en la despreocupada placidez del sueño, o su propio autorretrato, con la mirada rendida del artista en plena madurez… guardan la fuerza del símbolo, el vigor del maestro ante quien era en ese momento su modelo y compañera sentimental. Y se repara más en la energía de la serie cuando sabemos que Picasso la creó durante el verano de 1951, mientras pasaba unas vacaciones en Saint Tropez con Geneviève Laporte, tras haberse alejado de él por aquellos días François Gilot con sus hijos Claude y Paloma Picasso…
Pero se trata, claro está, de una predilección particular. La muestra permite sin embargo que nos asomemos a otras muchas obras memorables del pintor español más importante del siglo XX. Desde varios aguafuertes de la serie ‘Suite Vollard’ como los magníficos ‘Escultor reposando III’ y ‘Escultor y modelo delante de una ventana’, grabados en 1933; el ‘Saltimbanqui y joven arlequín’, de 1955 o ‘Ma jolie’, edición del mismo año; ‘Eurydice piquée par un serpent’, de 1930, perteneciente a la serie ‘Las Metamorfosis de Ovidio’; pasando por el dibujo original de 1904 para la ilustración de ‘Los Miserables’; el colorista ‘Mosquetero’ de una litografía fechada en 1969 hasta la ‘Cabeza de fauno’, 1946, de la serie ‘Fauens et flore d’Antibes’.
Una colección de piezas que revelan la vehemencia y la potencia creadora de Picasso, jamás enclaustrado en las modas o fosilizado en la rutina. Dice Patrick O’Brian –quizás uno de los mejores biógrafos del malagueño– que su relación con Geneviève Laporte le evitó acariciar la idea del suicidio y le «hizo reír de nuevo». No extraña que ella, años después, titulara su libro basándose en la dedicatoria que Picasso escribió justo en uno de los regalos que le hizo: «Si tard le soir le soleil brille…». Si lo avanzado del día alude a la edad del artista, está claro que el resplandor del sol es el amor.

Juan Domingo Fernández

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Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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