EL 8 de abril de 2009 fui a Alburquerque para entrevistar a Luis Landero en su casa natal. En un recuadro-perfil característico de la serie ‘Zona de Paso’ que entonces firmaba en HOY, subrayé algunos detalles de la conversación: “«Esta es la casa de mi infancia», dice mientras nos franquea la puerta de una vivienda de dos plantas de la calle Calzada, cerca de la plaza de su Alburquerque natal. Al fondo, a la izquierda, en la vieja cocina, su madre le está preparando «una entomatá». Ella tiene 91 años, aunque parece más joven. Es muy cordial, con esa sencillez y naturalidad propia de quien no necesita fingir ni aparentar”.
Recuerdo que el fotógrafo Lorenzo Cordero y yo seguimos a Landero por la semipenumbra del pasillo enlosado hasta llegar a la luz deslumbrante del patio y subir por la escalera encalada que conducía a una habitación con pavimento de baldosas hidráulicas y ese mobiliario mestizo tan familiar en las casas de la Extremadura rural que siguen conservando el sabor del ayer.
El pasado domingo, en la sección Cartas a la Directora, el lector Fernando García Rodríguez daba la voz de alarma desde Madrid: ‘La casa natal de Landero, a la venta’. En su escrito recuerda que el Ayuntamiento de Alburquerque, “a través del servicio de Turismo y Tauromaquia de la Diputación de Badajoz, ha creado una ruta turística-cultural dedicada al escritor, que recorre algunos de los lugares en los que se desarrolló la vida de Landero, incluyendo la casa donde nació. Creo que sería una oportunidad para Extremadura convertir esa vivienda en una casa- museo que preserve los recuerdos y el legado personal del escritor más notable de Extremadura y uno de los más reconocidos de España”.
Subraya también la importancia de conservar una casa centenaria con la arquitectura propia de la zona y apunta casos similares en los que las administraciones “han rescatado de un seguro olvido casas de artistas o escritores que, de otro modo, hubieran desaparecido. La casa de Gustavo Adolfo Bécquer, en Noviercas (Soria), en las que pasó largas temporadas el poeta, y que fue rehabilitada por el Ayuntamiento de la localidad; o la de Luis Cernuda en Sevilla, comprada por el consistorio de la capital andaluza”.
Tiempo le ha faltado a la revista ‘Azagala’ de Alburquerque para sumarse a la reivindicación, dando por hecho, eso sí, que la situación económica del Ayuntamiento de la villa obligará a la Junta de Extremadura a tomar la iniciativa para convertir esa vivienda “en una especie de centro de interpretación de la obra de nuestro más insigne paisano, Luis Landero”.
Porque esta casa de Alburquerque no es solo la de la infancia nutricia de ‘El balcón en invierno’ sino el territorio, “el breve microcosmos” –como el propio Landero esboza magistralmente en ‘Esta es mi tierra’– donde conoció en sus primeros años “casi todo cuanto hay que conocer en la vida: la felicidad, el dolor, el amor, el miedo, la amistad, el lenguaje…”. Otro símbolo de la cultura y la historia de esta región que no debemos ceder a la incuria o al olvido.
FOTOS: LORENZO CORDERO