Me miraron con ojos de sorpresa. No
entendían muy bien que habiendo estado en Marbella me fuera de allí sin visitar
la nueva sucursal que Alí Babá abrió en su ayuntamiento, esa meca del
latrocinio contemporáneo. Pero es verdad, preferí disfrutar del chocolate con
churros que sirven en una de las terrazas de aquella hermosa plaza sin reparar
en los detalles de la
Casa Consistorial, tan familiar en los informativos de los
últimos años. En eso no coincidí tampoco con la mayoría de los turistas,
empeñados en fotografiarse ante el escenario donde brillaron las edificantes
actuaciones de prohombres públicos como Jesús Gil, el laborioso Roca o el novio
de la Pantoja.
A ochenta o noventa metros de esa
plazuela, en el laberinto de calles del centro antiguo de Marbella se levanta
el Museo del Grabado Español Contemporáneo, donde ha permanecido desde el 2 de
agosto al 1 de septiembre la exposición ‘Puentes a la abstracción. 50 años del
Grupo El Paso’, organizada con el patrocinio de Ibercaja.
Se me
ocurre pensar que dentro de otros cincuenta años, cuando el Ayuntamiento de
Marbella se haya sacudido la maldición de su infortunio, en el Museo del
Grabado Español Contemporáneo podrá visitarse la exposición de los cien años
del Grupo El Paso y los turistas se fotografiarán ante las obras de Rafael
Canogar, Manuel Millares, Pablo Serrano, Antonio Saura, Luis Feito o Manuel
Viola sin recaer en la superstición contemporánea del famoseo político
sentimental. De momento, y sin tener que competir con morbosos ‘petardeos’, a
partir del viernes 7 de septiembre se podrá admirar esa misma muestra que
Ibercaja dedica al Grupo El Paso en el Museo de Cáceres, en la Plaza de las Veletas, sin
más distracción que el vuelo de las cigüeñas y los vencejos y el eco de la historia.