La exposición se titula ‘Ciudad incierta’ y reúne más de cien fotografías de una Mérida que no sale en los catálogos complacientes ni en el Instagram de los turistas. Un descampado donde sobrevive el fantasma de una gran valla de venta de pisos que nunca se construyeron. El desconcierto de una farola de alumbrado público en mitad de la nada. Montones de cascotes recortando el perfil de un bloque nuevo de viviendas. La isla de unos pisos asomados a un terreno parcelado y con hierbajos. Viejos solares con las paredes medianeras salpicadas de plásticos para las humedades y restos arqueológicos cubiertos como aquellas instalaciones famosas del artista Christo Vladimirov. Una calle abierta en uve con coches estacionados a ambos lados. Árboles que se recortan contra las sombras y farolas que jalonan las mañanas de niebla. Anuncios y carteles imposibles. Rincones de estética surrealista. Entrañables, caóticos, de arquitectura improvisada y mestiza. Estampas que perfilan un horizonte de naves comerciales o establecimientos públicos de un colorido artificial y despersonalizado. Edificios de pisos levantados en los años del desarrollismo con la evidente pretensión del aprovechamiento máximo del espacio, aunque ahora dibujan volúmenes que suscitan sonrisas y asombro.
Advierte Ceferino López que cuando se muestra una ciudad imaginada a la medida de los deseos, «sucede que el espejo en que nos miramos refleja exclusivamente una visión impuesta. La ciudad real desaparece y sobrevivimos en una ciudad incierta, en una ciudad que refleja una realidad falseada, sin respuestas a nuestras necesidades, miedos e incertidumbres». Una ciudad, añade, «que –como tantas– vive aletargada ante el engaño de los espejos». Así se entiende mejor la dedicatoria de la muestra: «A María y Ana. Que los espejos solo sirvan para embelleceros».
Como suele ocurrir con los maestros de la imagen, –y Ceferino López ocupa desde hace años un lugar destacadísimo en Extremadura– podría creerse que lo sustantivo de esta exposición es la ciudad de Mérida, pero no es así. Mérida es tan solo el modelo, la anécdota, el espejo… El tema central es la mirada del fotógrafo. La sensibilidad y el talento de que se vale para hacernos reparar en una realidad que de otra forma nos pasaría inadvertida. Han sido precisas miles de horas de esfuerzo y tesón de Ceferino López pateando las calles para desvelar, a la hora en que la luz lo consiente, ese balcón enmarcado entre columnas que sobrevive a un ayer más armonioso; la soledad de aquella portería de fútbol que pone puertas al campo; la señal aupada en la farola para indicar sin más la dirección del estanco; la valla publicitaria convertida en cuadro de arte improvisado; el huerto con gallinas, ovejas y techos de uralita… en mitad de la ciudad; los muros y tapiales con las heridas del tiempo; el minúsculo Manneken Pis encaramado a una terraza rodeada de edificios y antenas. Y chimeneas de diseño inverosímil, y rincones y placitas y fachadas y tendidos eléctricos y señales de tráfico. El último trabajo de Ceferino López puede visitarse en el Centro Cultural de la Fundación CB (antigua Caja Badajoz) de la plaza de Santo Domingo en Mérida. No se lo pierdan.