El estrenos de “Múltiple”, la última película de Night Shyamalan, nos hace pensar en la enorme deuda que tiene el género de terror con “Psicosis” de Hitchcock y con el personaje interpretado por Tony Perkins. La figura del psicópata con personalidad múltiple se ha explotado desde entonces hasta la saciedad y Shyamalan, considerado como uno de los renovadores del género en nuestros tiempos, no podía por menos que ofrecer su versión sobre el tema.
Desde que con “El sexto sentido” asombrara al público con ese giro de guión final que cambiaba la percepción del conjunto, el afamado director ha compuesto una filmografía llena de errores y aciertos, admirada y denostada a la vez, aunque no cabe duda de que ha creado un estilo en el que el espectador avezado juega a descubrir dónde está el truco, cuál es el punto de vista adecuado, donde está la sorpresa del guión. Y así estuve yo durante la proyección de “Múltiple”, haciendo elucubraciones acerca de los personajes y de dónde vendría la sorpresa. La línea argumental es bastante simple: un protagonista con personalidad múltiple que secuestra a chicas. Estuve pensando todo el tiempo en “10 Calle Cloverfield”, otra de encierro claustrofóbico con sorpresa final, pero no van por ahí los tiros.
Creyendo haber decubierto el truco del guión y sorprendido por el silencio que guardaba el preocupante número de adolescentes que llenaba la sala, me dediqué a contemplar el “tour de force” interpretativo de James Mc Avoy haciendo de varios personajes y los diálogos entre éste, su psiquiatra y la chica secuestrada más espabilada que las demás. Casi una obra de teatro con ningún momento “gore”, algún pequeño susto y una excelente realización.
Pero me equivoqué en mis deducciones, aunque la sorpresa tenía que aparecer por algún lado. Y lo hace en el plano final y en forma de autohomenaje (que probablemente muchos espectadores no pillarán) propiciando un espléndido giro temático a todo el discurrir de la trama. Y hasta aquí puedo leer…
Shyamalan, como ya he dicho, tiene cosas infumables para mi gusto, y otras casi geniales, entre las que citaré esa divertida versión de Hansel y Gretel que es “La visita”, su anterior película, y la creación de la serie televisiva de ciencia ficción “Wayward pines” de la que esperamos una nueva temporada y que también contiene interesantes giros de guión.
Ya he comentado el silencio reverencial con el que los espectadores más jóvenes asistían a la proyección. La otra noche, viendo un fragmento de la ceremonia de entrega de los premios Feroz, recordé cuánto significó para los preadolescentes de mi generación aquel personaje que salió en silla de ruedas a recoger un trofeo honorífico: Narciso Ibáñez Serrador y de cómo aquella sonrisa suya, maquiavélica y astuta, nos invitaba a ver sus adaptaciones de Poe, Brádbury o de sí mismo bajo el seudónimo de Luís Peñafiel. Sus “Historias para no dormir” fueron nuestra iniciación en un género, el del terror que, de vez en cuando, es reavivado e incluso reiniciado por creadores del talento de Hitchcock, Carpenter o Hooper. Del mismo modo, películas como “Múltiple” influyen en los jóvenes de hoy y yo creo que para bien, pese a los discursos pedagógicos descafeinados sobre los peligros del consumo de imágenes violentas. Al menos creo que logran interesarles en la psiquiatría y la psicología y sobre todo en el conocimiento de uno de los géneros con más solera de la Historia del Cine.