Alfred Hitchcock le preguntó a su músico habitual Bernard Herrmann, mientras preparaban la banda sonora de “Naúfragos” que de dónde procedería la música de una película – la ubicación diegética que diríamos los “enteraos”- que transcurre íntegramente en un bote salvavidas en medio del océano. Herrmann contestó que del mismo sitio donde él colocaba la cámara.
Lo mismo, pero al revés, ha ocurrido en la ceremonia de los Premios Goya. La orquesta ocupaba casi todo el escenario, creando un “horror vacui” lleno de músicos, presentadores y ganadores. La pesadilla del director de arte y del realizador, tal como se demostró en la parte del homenaje a los fallecidos. En la tele no se podían leer los nombres y apenas vislumbrar los rostros de los que aparecían.
Sin embargo el hecho de que una orquesta española especializada en conciertos populares de música de cine, la Symphony Film Orquestra, se convierta en la protagonista del escenario, me parece un buen recurso que, de paso, elimina algún que otro patoso número musical de ediciones pasadas. Acostumbrados a sincronizar sus intervenciones con secuencias cinematográficas y con película enteras -tal como han hecho con “Regreso al futuro”- , funcionaron como un mecanismo de relojería a la hora de subrayar apariciones y acelerar agradecimientos, así como deleitarnos con fragmentos de grandes músicos del cine español: la sintonía de Antón García Abril o la suite Algueró. Estos divulgadores y otros similares de la música cinematográfica han creado un nuevo público incondicional, casi como en los ochenta. Mejor que nadie lo expresó el compositor Fernando Velázquez, Goya por la partitura de “Un monstruo viene a verme” al agradecer la importante labor de orquestas locales y autonómicas a la hora de abordar en sus repertorios la música de cine. La Orquesta de Extremadura, tal como ha demostrado en el repertorio de su últimas temporadas , es una de esas formaciones a las que se refería.
Me gustó también la sorna del director del cortometraje “Timecode” al recoger el premio diciendo que se alegraba mucho de dar la oportunidad a los largometrajes de que estuvieran representados en la ceremonia y les deseaba a los largometrajistas que pudieran pasarse al corto dando un salto…al vacío.
Otro de los chistes buenos fué : “¿Se puede saber porqué cuando le dan el premio a un lagometraje sale una persona a recogerlo y cuando es a un corto sale un equipo de rugby?
Los que llevamos en esto de los cortometrajes 23 años (los que tiene el Festival Ibérico de Cine de Badajoz) conocemos, porque han competido en nuestro certamen, a muchos de los que ahora están arriba, incluyendo a Bayona. A Manolo Solo, (mejor actor secundario de este año) lo descubrimos en su momento en un corto desternillante y muy premiado titulado “Bailongas”. No se pierdan la voz que utiliza en la película por la que le han dado el premio : “Tarde para la ira”.
No menos importante es que en el antedicho título (también Goya a la mejor película) haga un papel secundario nuestro amigo y paisano Alfonso Blanco, el Alfonsito de la Candy Dos. Siempre tiene que estar en “tós los fregaos”.