En los ochenta del pasado siglo, cuando publicaba las críticas en la versión impresa del diario HOY, en algún momento escribí que determinada película era “para mujeres”. Sinceramente no recuerdo cuál era (¿”Ghost”? ¿”Pretty Woman”?…). La redactora y amiga Mercedes Barrado me hizo saber que esa muletilla estaba muy fea; lo hizo de palabra, no en publicación y yo le agradecí la observación y la tuve en cuenta a partir de entonces, que era la época de las películas de Schwarzeneger, Stallone y similares. Bastante han cambiado los tiempos, aunque no lo suficiente, en cuanto al papel de la mujer en el cine, ya sean actrices, directoras o espectadoras.
Esto me ha venido a la memoria a raíz de tres estupendos títulos que coinciden ahora en los cines y que tienen como elemento más importante a sus personajes femeninos, tanto en interpretación como en guión.
En el caso de “Molly’s Game”, Jessica Chastain interpreta el caso real de una mujer que organizaba partidas de poker de alto nivel, cuyos jugadores eran estrellas de Hollywood, deportistas de élite, millonarios y mafiosos. El reputado guionista Aaron Sorkind, ahora también como director, da rienda suelta a todo su magnífico arsenal de recursos de diálogos, para componer un magnífico relato periodístico acerca del ascenso de una mujer en un entorno masculino competitivo y peligroso. La Chastain está inconmensurable como siempre, con esa habilidad que tiene para pasar del frío hieratismo a la tensión o la inseguridad. El único “pero” que le pongo a la película es el uso de insertos explicativos en las esquinas del encuadre para que los que no entiendan nada de póker. En “El rey del juego”, aquella de Steve Mc Queen haciendo de Cincinatti Kid, no hacían falta tales explicaciones y sigue siendo la mejor película sobre el tema jamás realizada.
En “Tres anuncios en las afueras” está nada menos que Frances Mc Dormand, una actriz que suele renunciar a maquillajes y embellecimientos y cuyo registro interpretativo, pese a estar muy marcado por el trabajo que hizo en “Fargo”, abarca desde la melancolía más concentrada y la frialdad sentimental a un sentido del humor y del sarcasmo inteligente, tal como vimos en la miniserie “Olivia Kitteridge”. El punto de partida de “Tres anuncios…” nos sugiere que vamos a ver cine negro ambientado en la América profunda, pero los giros de guión – aunque algunos bastante inverosímiles- conducen la historia por otros derroteros en los que impera la presencia de esta mujer solitaria, decidida y rotunda.
Y dejo para el final el mejor de los tres títulos: “Los papeles del Pentágono”, otra película-reportaje acerca del veto de Nixon a que se publicara el informe que Robert Mac Namara preparó a L.B. Johnson acerca de la inutilidad de la guerra de Vietnam. Uno de los temas del guión es la sana rivalidad entre el “New York Times” y el “Washington Post” por publicar los documentos y enfrentarse a la administración, pero el que más llama la atención es el proceso de empoderamiento que experimenta el personaje interpretado por Meryl Streep, un ama de casa viuda que se ha visto obligada a continuar dirigiendo el “Post”, el periódico de su marido, amiga de presidentes y de la alta sociedad y minusvalorada por el consejo de administración de la empresa, pero que se acaba convirtiendo en una dirigente activa, capaz de tomar decisiones arriesgadas y de enfrentarse al cambio de los tiempos. El talento de Spielberg en cuanto al uso del ritmo y de la composición del plano se enriquece con el valor interpretativo de la Streep y del siempre eficaz Tom Hanks. Las mejores esencias del cine histórico, político y feminista quedan representadas en la secuencia en la que la protagonista baja las escaleras del Tribunal Supremo mientras una muchedumbre de mujeres la rodea con admiración.