https://www.youtube.com/watch?v=MItMDkc343M
Oir mientras se lee
Las últimas películas del maestro Eastwood han ido de mal en peor. Incluso “El francotirador”, que tuvo bastante éxito, me pareció muy floja, con aquel “sniper” de élite disparando a insurgentes islámicos desde un colchón en una terraza, en posición privilegiada, mientras los marines le iban limpiando las casas como perros a un cazador de perdices. Lo del piloto Tom Hanks aterrizando en el Hudson era “disneyano” por decir algo y esto último de los soldados turistas que evitan un atentado es patético en casi todos los aspectos, menos en alguna secuencia de tensión, que tampoco es tan difícil si tienes dinero. Entre medio hay otra de beisbol en la que lo único que me interesa es Amy Adams.
Esta vez re refiero a “15:17. Tren a París”, que podría servir para ponerla en la sobremesa de algunos de esos canales de televisión con treinta minutos de publicidad durante la emisión y estamos hablando de unos de los grandes Directores Clásicos del Siglo XX.
¿Qué pasa maestro? ¿Porqué has olvidado lo que mejor se te da?. Ya no puedes ser Harry Callahan , ni el Manco o el Bueno de Sergio Leone, ni siquiera el vengador crepuscular de “Sin perdón”, pero tienes algo más grande en tus manos y no son ni el orangutan de “Duro de pelar”, ni la pérfida y frágil Sondra Locke de “Ruta suicida”, que creo que fue la que te tocó en el ala . Tampoco puedes ya hacerte cargo de dos versiones opuestas de la batalla de Iwo Jima y, mucho menos dirigir y mucho menos a interpretrar a Josey Whales en “Fuera de la ley”. Y muchas cosas más.
Pero es que además de esa insuperable filmografía lo mejor que te queda es tu música.
Tienes los derechos de casi todos los temas de Lennie Niehaus, de Lalo Schifrinn y de Jerry Fielding, tienes a Jamie Cullum y a tu hijo Kyle, un gusto para el cool jazz emocionante y un elegante estilo como intérprete de piano . Ese aire frágil y ausente, para el que tú eres, tal como conocimos por primera vez en “Play Misty for me”, film noir al estilo de Donald Siegel que dirigiste e interpretaste, en la que había planos documentales del Festival de Jazz de Monterrey. Cuando Morricone compuso la partitura de “En la línea de fuego”, sabía que aunque interpretabas al guardaespalldas de presidente podrías ser creíble tocando el piano en un club de Washington, con una “Browning” en la sobaquera. Las canciones en “El aventurero de la mediaanoche” o “Bronco Billy”, el tema “I talk to the trees” de “La leyenda de la ciudad sin nombre” y sobre todo ese “Grand Torino”, una de mis canciones de cine preferidas y que inicia este texto. Clint, please, danos una gira de conciertos con tu hijo y Jamie Cullum, déjate de líos, de hacer diálogos insulsamente cotidianos o del miedo a ser políticamente incorrecto. Si acaso haz una buena de guerra, pero sin “flashbacks” sentimentales, ni consejos de autoayuda.
Regresa a Europa y olvida Los Angeles. Danos algún concierto con tus chavales. Aunque sólo cantes tres temas, con esa voz de viejo astuto y melómano.