…pero como si hubiera estado. La primera literatura de terror que leía de adolescente, junto con los cuentos de Allan Poe, fue la de Lovecraft. Sus escenarios, aunque con nombres y ubicaciones inventados, el condado de Miskatonic lo llamaba, son descripciones de la costa de Nueva Inglaterra donde vivió parte de su vida y de cuyas aguas surgían ominosos dioses arcanos como Ctulhu y otros cefalópodos libidinosos.
Pero si hablamos de Maine y su zona es imprescindible citar a Stephen King, que vive allí, en Bangor, y en cuyos escenarios ambientó algunas de sus obras maestras. Novelas como “La mitad oscura”, “La zona muerta” o “Cujo” conforman un retablo de personajes y situaciones en el entorno de pueblos ficticios pero inspirados en la zona como Derry (“It”), Salems Lot (novela del mismo nombre) o Castle Rock, que no es sólo es la marca de una productora de cine sino también el de la mejor serie de televisión basada en el universo King. No es un guión del maestro, sino una recopilación magníficamente hilvanada de algunos de sus personajes y constantes temáticas. El problema es que si no conoces los “guiños” quizás disfrutes menos de los capítulos. El universo King se ha enriquecido recientemente con una serie policiaca con tintes sobrenaturales, también llevada a televisión con muy buen estilo, que comenzó con “Mister Mercedes” y cuyos personajes principales abarcan hasta su última novela, “El visitante”. O sea que hay que leerse la trilogía previa protagonizada por el detective Bill Hodges para gozar de pleno de “El visitante”, aunque en este caso haya dejado los bosques de Maine para situarse en la América profunda de Ohio, Oklahoma y Texas.
Lo anterior no es más que el prolegómeno de una nueva película de superhéroes cuyo protagonista nace en un faro de la citada costa de Maine, siendo su padre el farero y su madre una improbable atlante encarnada por Nicole Kidman. Me refiero a “Aquaman”, un personaje que aparecía como invitado y con algún episodio suelto en los cómics de Supermán, pero que no era un hercúleo polinesio, sino un tipo rubio y estilizado, tirando a “surfero” californiano.
Las necesidades de DC Cómic por situarse a la altura de la Marvel son acuciantes. Está claro que “Wonder Woman” fue un éxito y que los Batman de Cristopher Nolan funcionaban, pero no acaban de pillar la armonía entre los ingredientes de acción, humor, mitología y mensaje. Como remate pusieron al soso de Ben Affleck haciendo de Batman, con lo que el fracaso de la Liga de los Superhéroes estaba garantizado.
“Aquaman” no está mal. No se puede hacer el chiste fácil de que es una película que hace agua, creo que esa fue “Waterworld”, aunque la mejor secuencia en la que nos ocupa sea una pelea en tierra firme, en Sicilia. Los efectos visuales son todo lo buenos que pueden pedirse a un producto de este tipo, pero en algún momento resultan abrumadores. En los escenarios submarinos de Atlantis y las fosas abisales donde habita el Kraken, evocamos aquella maravilla de Ray Harryhausen titulada “Lucha de titanes”, con Poseidón liberando al citado monstruo. En fín, combates submarinos que podrían ser galácticos, un sentido del humor un tanto infantil y una piedra más en el zapato de la factoría DC. Quiero decir que la jugada está mal planeada ya que Marvel también llevará al cine a uno de sus héroes submarinos, Namor, y en este caso y aunque las comparaciones sean odiosas, el que golpea el segundo, golpea dos veces. Sobre todo si están Los Vengadores de por medio.