No recuerdo qué película era, probablemente “Corazonada”, de Coppola, pero el caso es que, quizás entusiasmado por la música de Tom Waits, la presencia de Natasha Kinsky y sus innovaciones visuales, escribí en mi crítica del diario HOY una frase que decía algo así como “una apoteósis de luz, sonido y color”. Esto sirvió durante cierto tiempo para que me recordaran sin piedad y con todo el recochineo del mundo lo “moña” de la frase mis amigos Angelito el de Universitas y Jaime Alvarez Buiza. Desde entonces decidí medir el nivel laudatorio de mis comentarios.
Si me pongo a mirar los cientos de críticas que he publicado tendré también cientos de motivos para avergonzarme de mis apreciaciones, de mis redacciones o de ambas cosas. Así que, de momento, ahí se quedan. Esto viene a cuento de la revisión de viejas revistas de cine con motivo de un libro que estoy tratando de escribir y me he encontrado con opiniones y textos que, por sí solos, valdrían para hacer una divertida monografía sobre lo mal que envejece la crítica, no ya de cine, sino de cualquier arte, tanto en el estilo literario como en la valoración.
No me resisto a citar algunos ejemplos:
“¿Está seguro Terenci Moix que sus “Hollywood Stories” son solamente para amantes de mitos?. Porque leyendo ahora las historias que nos cuenta hay una afán tal de epatar, de rizar el rizo, de poner el cascabel al cuello del gato de madera que no entiendo de verdad el éxito del que goza su autor”, escribe un crítico clásico cuyo nombre omitiré, en la revista Cinestudio en Abril de 1972 y continúa comparando dichos textos – por entonces el libro de cabecera de muchos de nosotros- con las revistas del corazón. Moix, sin embargo inauguró una tendencia, una forma de escribir sobre cine, entre la ironía, la poesía y el didactismo, que ha creado escuela hasta nuestros días.
El mismo autor, especialista en música de cine, publicaba con respecto a la banda sonora de Cleopatra en Cinestudio, Junio de 1972, el siguiente comentario:
“Antes que nada debemos decir que cualquier parecido entre la música compuesta por Alex North para la Cleopatra de Mankievickz y la música que en la época histórica de Cleopatra se estilaba en Egipto es mera coincidencia…”
Y es que aún no habían triunfado Hans Zimmer y sus fanfarrias nada romanas para “Gladiator”.
Una de las cosas más divertidas que he encontrado proceden de un escritor de Badajoz, más conocido por ser el autor del guión de la internacionalmente premiada producción televisiva “El asfalto”, realizada por Narciso Ibáñez Serrador para TVE en 1966. Me refiero a Carlos Buiza, hermano del susodicho Jaime que se pitorreaba de mi “apoteósis cromática” y que escribía crónicas de festivales para Cinestudio – Carlos, no Jaime- a finales de los sesenta. En un reportaje sobre el V Certamen Internacional de Cine para niños de Gijón, además de algunas otras sarcásticas perlas, publicó lo siguiente sobre el Premio del Jurado Infantil, otorgado a la película británica “La foca Sandy”.
“La película es anodina y gris, aunque en color; aburrida hasta los bigotes-de la foca, claro- y con una dosis para adultos de merengue empalagoso. Los niños, pedantes y repelentes; los padres, igual…Y asimismo, hasta las focas se hacen antipáticas, quitando a Sandy y a otra que no sé cómo se llamaba; las demás gordotas y gruñonas”.
Eso es análisis semiótico y lo demás son tonterías. “Chapeau” para el excéntrico escritor, y uno de los iniciadores de la literatura de ciencia ficción en nuestro país en la revista “Nueva Dimensión”.