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Alejandro Pachón Ramírez

Allá Películas

Cines de verano: El regreso

CINES DE VERANO: EL REGRESO

 

Creo que dos de los inventos más grandes de nuestra época son el cine y el aire acondicionado. También está Internet, pero creo que ese es más propio de la generación posterior a la mía, aunque también lo disfrutemos, como demuestra este “blog” que retomo con ilusión

Los antiguos coliseos cinematográficos colocaban en su entrada un panel bajo el cartel de la película (pintado a mano sobre un gran lienzo), en el que un pingüino cubierto de escarcha de hielo anunciaba que esa sala tenía “refrigeración Carrier”, cosa que no solía haber en los hogares.

Pero, pese a ese invento, y debido también a que no todas las salas eran refrigeradas -en el Liceo de Mérida tenían que abrir unos ventanales en la parte superior- la popularidad de los cines de verano era incuestionable: público familiar, cenas que se llevaban de casa o se compraban en la barra, como las famosas berenjenas atravesadas por un palito de hinojo del cine Ferroviario de Mérida, y la posibilidad de fumar y de que los niños jugaran con la arena o los guijarros de río que normalmente alfombraban la terraza. Los cines de verano eran como playas sin agua. Para más detalles sobre el asunto pueden echar un vistazo a mi libro “Cine con los cinco sentidos” (Editora Regional de Extremadura, 1999)

A finales de los setenta empezaron a desaparecer, al igual que las grandes salas. Los únicos reductos por entonces fueron las localidades costeras. El vídeo doméstico provocó una de las más grandes crisis en la historia de la exhibición fílmica, sólo comparable a la que ha supuesto el auge de la piratería internauta en la actualidad.

Pero hete aquí que la crisis económica ha hecho que vuelva el cine al aire libre. Sus precios muy populares, y el hecho de ahorrar energía al no estar la familia en casa, han logrado que regrese una forma de exhibición aparentemente extinguida.

Aquí en Extremadura el arranque se produjo hace unos años a raíz del programa de cine en las plazas de los pueblos creado por las Universidades Populares. Poco a poco nuevos espacios se fueron sumando a esta iniciativa y no hay ciudad que no disponga de su cine de verano. Evidentemente no son tan sofisticados como el del Patio del Cuartel Conde Duque de Madrid, donde incluso se proyecta cine mudo con acompañamiento musical en directo, o el Palacio de Cibeles, en el que te proporcionan unos auriculares para aislarte del sonido ambiente.

También es notable la programación del Patio de la Diputación de Sevilla, con películas de culto y vanguardistas en versión original. O sea, que el cine de verano ya no es sólo una forma de reestrenar películas o de recuperar títulos clásicos, sino también de experimentar nuevas fórmulas. Así por ejemplo, la celebración del Festival Ibérico de Cine de Badajoz en la Terraza del Lopez de Ayala ha supuesto un apabullante incremento de público para un formato aparentemente minoritario como es el cortometraje.

Esa misma Terraza proyecta a lo largo del verano una serie de films clásicos y otros de la pasada temporada de los que me voy a permitir recomendarles especialmente un título: “Slow West”, un magnífico western británico, lleno de homenajes y originalidad, que se une a la actual hornada de títulos del género realizados en lugares tan poco americanos como Noruega, China o Nueva Zelanda. Pero ya trataremos en otra ocasión el fenómeno del “neo western”.

También en Mérida, Cáceres y otros lugares de nuestra sofocante tierra, hay cines de verano en los que ver no importa qué película, y donde prima la intención de pasar un buen rato al fresco. No sé si esto crea afición para que el público vuelva a la pantalla grande, o si supone una feroz competencia con las ya deprimidas salas comerciales. En cualquier caso, la evolución de los formatos digitales ha facilitado el regreso del antiguo espectáculo familiar.

Por mi parte, el mejor cine de verano es el que a veces hago en el patio de mi casita en El Carrascalejo: un proyector de vídeo, una pared blanca como pantalla, y una selecta programación bajo la adelfa y el limonero, tratando de olvidar que al día siguiente las abrasadoras temperaturas de la dehesa me harán recordar un título de mi infancia : “Del infierno a Texas”.

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Sobre el autor

Soy director en Historia del Arte, especializado en Música de Cine, crítico de cine, y director del Festival Ibérico de Cine de Badajoz. Retomo este blog con la intención de ofrecer de forma amena mi experiencia como historiador y crítico de cine y televisión, tanto en lo que respecta a la actualidad audiovisual reciente y futura, como al montón de vivencias relacionadas con el tema que en la segunda mitad del siglo pasado vivimos los de mi generación. No olvidaré aspectos periféricos e inseparables del cine comercial y las series de televisión como los video juegos o los cómics. En resumen, todo ese universo iconográfico que llena nuestros ocios e inquietudes, convirtiéndonos en “fans”, “freaks” o, sencillamente, en espectadores.


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