¿Qué fue antes, el animal de compañía o el vástago? Qué viene antes al mundo de las parejas jóvenes de hoy… el perro o el hijo? Mmmm… me malicio que Adán antes de beneficiarse a Eva, o viceversa, ya tenía un perro a su lado que le acompañaba en sus labores propias de varón. Ya saben, a falta de amigachos, estar por ahí todo el día a su aire, persiguiendo bichos para volver a casa con alguno para la cena. O no.
¿Qué es mejor hoy en día, tener un perro o inscribir en el Registo Civil a un niño? Tal y como esta la sociedad, la cosa no anda muy allá, no se crean. Que puede parecer, a primera vista que, dónde va a parar, siempre mejor un niño que un perro, pero a los hechos me remito. Y a lo que uno va viendo entre las parejas más jóvenes con vida estable que hace décadas serían maduras. Y con una prole. O entre los abuelos niñera, especie urbana en expansión.
Ahora muchas optan, primero por el perro y luego, si hay luego y no divorcio exprés o el tradicional ahí te quedas, por el niño. Pero que el nene venga se requiere mucho más que para que llegue el can. Sin problemas de fertilidad, que eso es un estrés, embarazo o parto. Al perro, en cambio, se le trae al mundo familiar siempre buscado, querido (al menos al principio), sin que sea fruto de un descuido u olvido y no son precisos grandes requisitos de status.
Da igual tener casa propia o del banco, vivir de alquiler subvencionado que ser rastaflauta callejero, que el chucho siempre tiene un hueco en la vida más fácilmente acomodable que el bebé.
Por muchas ventajas que tenga éste frente al animal de compañía, caso de la ayuda por natalicio, desgravación en la declaración del IRPF, desfile de visitas familiares y de amigos para conocerle o la impagable ilusión de comprarle los Reyes en la edad de la inocencia. Luego ya la cosa puede empezar a cambiar bastante.
De entrada, el perro no exige canastilla, ni cuna, ni trona, ni que le hagas el avión con la papilla, ni sillita de paseo, cremas para todas las partes de su tierno cuerpo, ‘champuses’ y ‘geles’ diferentes, pañales, biberones, calienta biberones, el esterilizador, varios chueptes, leches maternizadas, agua especial, el papilleo y demás parafernalia, sin exagerar.
A un perro se le enseña rápido a hacer sus cosas donde debe y a estar calladito por la noche, a dormir solo con la luz apagada (aunque haya muchos compartan tálamo, furtivamente o consentidos). Un perro pide que le saquen tres veces al día, lo que no deja de ser un cargo, pero ya sabes que tienes un amigo fiel para toda la vida y que no te va a pedir chuches, ni protestar porque no haya macarrones o salchichas sino verdura y estofado en la mesa.
Eso al principio. Frente al niño, evita los estreses de lograr guardería, el cole cerca o el insti mejor y los gastos de estudios, ropa y la paga que son todo un censo. El perro tampoco desarrollará los malos modos del hijo si no le das los caprichos que le acostumbraste a tener de pequeño.
Hijos y perros puedes tener varios a lo largo de la vida. Puede que a los segundos los trates como a un hijo pero nunca te van a defraudar. Ni van a tratarte como a un perro en cuanto no les sirvas. Creo que entiendo por qué hay tanta pareja con perro y sin hijo. Yo no tengo ni perro, ni hijo pero me lo voy a pensar. ¿El qué…?