La Lollo nos ha vuelto a sorprender. Cuando creíamos que estábamos curados de espanto con lo de aquel rico novio catalán, mucho más joven y blandito (ella siempre fue un carácter) con el que contrajo un controvertido matrimonio, (el 29 de noviembre de 2010, mediante un poder especial otorgado ante notario barcelonés), ahora va y se pasea por la ciudad imperial del brazo de un maromo que bien podía ser su nieto. 60 años más joven y con mucha menos clase que el empresario catalán. Al lado de la Lollo, el abismo generacional entre el plebeyo Alfonso y la duquesa Cayetana es mera tontería. Todo un récord lo de musa jubilada del Neorrealismo italiano.
Con este nuevo joven adherido, la Lollo ha bajado el nivel de acompañante. Según le veo en las fotos es capaz de poner el toque de maître a un clásico ‘media etiqueta’. Probablemente de alquiler, tal y como le cuadra. ¿Es su nuevo amor? O así. Su nuevo toy-boy como se dice ahora. Un muñequito lindo de cabellos de oro que le presta la compañía y la asistencia técnica necesaria. Ya lo dice el refrán castellano: gallina vieja hace buen caldo. Un suponer, claro. Uno los ve… y lo menos que piensa es ‘qué bonito y sincero puede llegar a ser el amor puro’. Y duro.
El joven, de 25 abriles, Andrea Piazzola, lleva ya dos años al servicio de la anciana actriz. Empezó a prestarlo como chico para todo y ha acabado de asistente. O al revés, más exactamente. No es cuestión de entrar en intimidades, en este caso escabrosas, pero viendo a esta senecta artista, que levantó pasiones con sus turgencias corporales, tan coqueta como la ratita presumida del relato infantil, compuesta con su exagerada peluca ‘lollo’, sus pestañas postizas, sus sobredosis de eyeliner y colorete y el enfoscado de fond de teint, lo menos que uno se pregunta es lo del cuento ¿Y por la noche que harán? Dormir y callar.
A sus 85 primaveras, la Lollobrígida se pone el mundo por montera y recupera portadas y espacios en el colorín internacional gracias a la estrecha relación con el joven asistente que le ha apartado no solo de su marido catalán sino de la propia familia real, la de la sangre propia quiero decir, porque dicen que el chaval la debe tener sorbido el seso. Con ese.
Entre tanto, el señor Rigau ha salido al quite de la infidelidad presunta que teme pueda cometer la vieja artista con su jovencísimo manáger. Eso, contando con que el galán catalán sea su marido como sostiene desde que se casó por poderes hace dos años. No es lo mismo que dice la vetusta cómica, que denuncia la falsedad del enlace y airea las aviesas intenciones del tal Rigau para hacerse con su fortuna. Porque el de 25 años debe ser un ángel inocente, un obsequio que le regalado su longeva vida.
Ser vértice de un triángulo, amoroso o no, con dos varones varias décadas más jóvenes, cuando se es un carcamal es motivo de halago capaz de hacer sentir más mujer a cualquier super-super-madura. Genio y figura, la Lollo, sigue encandilando a los hombres, con sus postizos capilares, su máscara-revoco de maquillaje, los joyones de siempre, ojos de reina etrusca y esos modelos que solo verlos dan tufo a naftalina. Un buen conservante, a lo que se ve. De tejidos. Había que investigarlo más, querida Lollo, a ver que otras propiedades tiene. En algunos hombres.