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¿Auténticas o falsas? las perlas de Cospedal no gustan a la Curia

No será por oropel y barroquismo, por riqueza artística y monumental, pero en el Vaticano no gustan las sencillas perlas. En las mujeres. Caso de la Cospedal, a la que leo en la mass media que el protocolo vaticaniano no las considera de muy buen gusto. Traducido al lenguaje común, previo filtro de la diplomacia con que se dejan ver las cosas en el país del Papa, es que allí son de mal gusto.

Ya sean australianas, Akoya, Majórica o de Bijoux Brigitte, que si las de la Cospedal son de calibre y se las pone para ir a  Roma pueden hasta dar el pego. A la curia, no creo. Que menudo ojo ha tenido para las cosas de valor. A lo mejor, lo que no es de buen gusto  es llevar perlas del los chinos, pintadas con esmalte nacarado. Un misterio, oigan.

Hasta ahora ‘la Cospe’, un servidor y millones de mujeres pensábamos que las perlas eran para cualquier ocasión. Un collar de perlas saca de apuros a una mujer, le aporta elegancia  y da lo mismo que vaya a una boda que a un funeral. A un almuerzo que a una cena. Siempre quedará fina.

Pero héte aquí que en el Vaticano no. Que llevar un ‘llamativo’ collar de perlas no es de buen gusto. Nada elegante para la etiqueta de país de los hombres de negro.

Lo suyo,  cuando se va y se es española, es plantarse de mantilla negra  y peineta, salvo que seas reina… coronada quiero decir; vamos, mujer del Rey en vigor y católica, que entonces puedes llevarla blanca. Y vestir de blanco también. Hasta la lencería.

He visto y revisto las fotos de la señora Cospedal en el acto vaticano (una audiencia pública del Papa en la Plaza de San Pedro, nada de en privado)  y, la verdad, es que solo se la ve a ella con perlas. Doña Soraya, monda y lironda de joyas, lo mismo que iba la Botella con Jose Mari y los niños a ver a Su Santidad. Estos en privado, verdaderamente.

No sé por qué se arma revuelo con las perlas de la Cospedal, por una foto en la que a mí me da más en alcaldesa ‘arreglá’ en fiestas de solemne novenario y procesión con la patrona que en otra cosa.

Además, no es la única que ha llevado perlas en el Vaticano y hasta ante el mismísimo Santo Padre. Ni de similar calibre y australianas verdaderas. A la deriva por la Web puedes encontrar instantáneas en las que reinas católicas han ido de negro o de blanco, de largo o de no tanto, con envidiables perlas o sin ellas, finas y gruesas, con collar corto o largo y hasta con tiaras.

También he visto primeras damas cubiertas viudas antiguas como en los lutos recientes y otras descubiertas y hasta mal peinadas. De todo hay en el protocolo, que se dice ahora, y etiqueta que se dijo siempre, del Vaticano. A lo que se ve es variable. No sé a qué viene ningún lío con las perlas de La Cospe.  No creo que la mano de Rubalcaba esté detrás, aunque en el país papal nunca se sabe.

Favorecedoras siempre, las perlas iluminan a la mujer y le aportan elegancia. Ya lo dice Manolo  Blahnik ‘las perlas hacen que hasta la chica más arrastrada parezca una duquesa. De ferias. No pensaba el genial diseñador de zapatos en la Cospedal, seguro. De combinarlas con  traje, vestido  sombrero o toca, no le hemos oído, ni leído nada, en cambio. Así que no sabemos. Lo que  queda claro es que la mantilla y la peineta  gustan.  En el Vaticano. Por omisión de críticas. Es otro estilo de decir las cosas. El suyo.

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