Soy uno de los 195.000 que firmó en contra de que el Anfiteatro de Mérida acogiera la competición de pádel que organiza el World Pádel Tour. Soy también uno de los que firmó a favor de la candidatura del Festival de Teatro Clásico de Mérida a los premios Princesa de Asturias de las Artes. En ambos casos lo he hecho con la esperanza de que mi firma no sea en vano, así que, hasta ahora, estoy contento. Ojalá pueda redondear mi alegría cuando el jurado de esos premios elija al Festival. Si lo hace, hará justicia.
No me ha cogido por sorpresa que su alcalde, Pedro Acedo, nos haya echado la culpa de que Mérida haya perdido la oportunidad de acoger una competición que habría de traer ingresos para hostelería, comercio, turismo, etc. a los que hemos firmado en contra del emplazamiento elegido: ya se sabe que una de las tentaciones más irresistibles de muchos de nuestros representantes públicos es echarle la culpa de sus fracasos a los demás, en una especie de remedo del párvulo ‘señorita, yo no he sido’.
Siento contrariar al alcalde, pero no me considero culpable de que la organización del torneo haya desistido de celebrarlo en Mérida. Sencillamente porque si Acedo y la Junta han sido incapaces de que esta competición se mantuviera en la ciudad es un asunto que escapa a la capacidad de los 195.000 firmantes, de los que no creo que haya uno solo que estampara su firma en contra del pádel y de sus beneficios económicos y promocionales para Mérida, sino a favor del Anfiteatro. Al mismo tiempo, me cuesta trabajo creer que el requisito innegociable para que el World Pádel Tour recalara en la capital extremeña fuera instalar la pista y las gradas en el Anfiteatro. A tenor de lo que se aprecia en su página web y la información que ofrece sobre las ciudades sede de la competición, sería la primera vez que ese torneo pone la condición de que la pista en la que se juega esté dentro de un enclave de valor patrimonial o histórico. Basta echar un vistazo a los escenarios donde se ha celebrado en los últimos años a través del sitio oficial www.worldpadeltour.com, para comprobar que con la excepción de la plaza Mayor de Cáceres en 2013 –qué casualidad!– los recintos en el que se instala son casi siempre polideportivos similares al pabellón de la Granadilla, en Badajoz, que acogió la competición el año pasado y que poco tiene de monumento Patrimonio de la Humanidad con dos mil años de historia.
El World Pádel Tour celebra una competición en Barcelona a partir de hoy y hasta el próximo domingo. El escenario será el Real Club de Polo. La siguiente, en abril, está prevista en las instalaciones deportivas Bahía Sur, de San Fernando (Cádiz). No se molesten en buscar: ni uno ni otras las encontrarán en el catálogo de Bienes de Interés Cultural del Ministerio de Cultura. Me encantaría que Acedo y la Junta me explicaran por qué el World Pádel Tour nos pone a los extremeños condiciones tan extravagantes como instalar una pista de pádel en un anfiteatro romano, exigencias que no ponen en ningún sitio.