Las declaraciones el pasado domingo en HOY de la vicepresidenta del anterior gobierno de la Junta, Cristina Teniente, han sido decepcionantes. Que alguien de su experiencia y de su capacidad de discurso explique las razones por las cuales su partido ha sido incapaz de retener el poder con ideas del tenor “Hemos perdido las elecciones con nuestro segundo mejor resultado y otros han ganado con su peor resultado de la historia”; “Extremadura, con un 9%, ha sido donde menos porcentaje de votos se ha perdido en todo el país”; “con la estrategia de Monago hemos tenido el quinto mejor resultado de España”, recuerda demasiado a los malos entrenadores que, tras un partido perdido en casa, tratan de justificarse ante la afición diciendo que un balón de su equipo dio en el poste, otro pasó rozando el larguero y el contrario marcó, sí, pero sin apenas haber tirado a portería. Imagino que los dirigentes del PSOE estarán frotándose las manos al ver a su adversario sentado en el sillón de la autocomplacencia, inmune a la autocrítica y echándole la culpa poco menos que a la mala suerte después de habérsele escapado el poder, tan caro para el PP en Extremadura, tras su única oportunidad de ejercerlo.
Y sin embargo, no es lo peor. Lo peor es el cierre de filas en torno a José Antonio Monago que pone de manifiesto la exvicepresidenta. Si todavía nadie en el PP considera no sólo políticamente desastrosa sino, más importante aún, moralmente inaceptable la gestión del episodio de los viajes a Canarias; si el partido cree, como afirma Teniente, que este asunto fue simplemente “ruido” y que no hay caso, apañados estamos porque eso significa que mantienen la idea de que los extremeños son gente a la que se le puede hacer comulgar con ruedas de molino.
Dice Cristina Teniente que Monago es su mejor candidato para el 2019. Yo creo justo lo contrario: el PP no podrá ganar unas elecciones –al menos, no debería ganarlas—en tanto el expresidente no resuelva el episodio de sus viajes a Tenerife a cuenta del Senado. Monago, por el bien de su propio futuro político, de su partido, y de los votantes extremeños empezando por los suyos, debería iniciar el camino de intentar ganar las próximas elecciones mostrando que tiene el coraje que se precisa para hacer frente a la verdad. Es tarde; pero más vale tarde que nunca. Ese sería el paso previo, y no simplemente acogerse a nuestra inclinación al olvido, para que él y su partido empezaran a restablecer ante los ciudadanos la confianza perdida. ¿Es que no hay ni un solo dirigente popular que defienda que el PP necesita ejercer su trabajo institucional de oposición sin la herida abierta de un episodio que Monago se empeñó en resolver jugando al trile con los ciudadanos?¿No hay nadie que lea a Quevedo, cuando aconseja echar la verdad fuera de la boca porque “esconderla es necedad”? ¿Nadie que oiga a Joaquín Sabina, que advertía contra el ruido, porque el ruido no deja escuchar el final cuando llega?
¿No hay nadie en el PP que defienda al partido ante Monago? ¿No hay nadie del PP en el PP?