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Antonio Tinoco Ardila

Apenas Tinta

Viaje

Gabriel García Márquez temía al avión y conjuraba el miedo haciendo buena chanza de él y recordando vuelos de sus tiempos de reportero en unos aviones mansos que “apenas asustaban con sus hélices las flores de los potreros”. No le gustaban a Márquez los aviones porque pasaba miedo, pero también porque decía que en los viajes aéreos su alma se separaba del cuerpo y vivía desparejado con el mundo durante el tiempo que tardaba el alma, que viajaba por tierra o por mar, en reencontrarse con el cuerpo, que se había adelantado por el aire.

He recordado lo que le sucedía al alma y al cuerpo del escritor colombiano cuando viajaba en avión porque noto que algo así le pasa al PSOE, que mientras la sociedad española ha hecho en diciembre y en julio el viaje del bipartidismo al multipartidismo en avión y ha llevado al partido –-al cuerpo del partido—al territorio de los 85 diputados, el alma socialista –la vieja alma socialista de naturaleza bipartidista— ha viajado en tren. El difícil reencuentro de un alma bipartidista en un cuerpo inmerso en una situación que ha dejado de serlo es lo que está viviendo el PSOE, una situación que imagino que estaría viviendo el PP con parecido desgarro entre sus militantes y estupor en la opinión pública si los resultados electorales –también los de Ciudadanos con respecto a Podemos– hubieran sido a la inversa. Lo digo porque, a diferencia de muchos militantes socialistas, no creo que el conflicto que sacude hoy a su partido sea ideológico, y de hecho no veo a nadie entre los críticos a Sánchez partidario de que gobierne Rajoy, sino lógico (de lógica), de adaptación a la nueva situación multipartidista que se ha instalado en España y que, entre otras cosas, significa que los ciudadanos han empezado a pensar diferente a como lo hacían cuando votaban mayoritariamente a sólo dos partidos.

Por eso creo que también es falso que el PSOE venda su alma y pierda más apoyo electoral si facilita con su abstención el gobierno de Rajoy que si no lo hace. Al cabo, han sido los propios electores los que han creado una situación nueva de la que se derivan consecuencias hasta ahora nunca vistas, como el laberinto en que se encuentra el PSOE, que no puede construir una alternativa viable al gobierno del PP y, a la vez, huye de otras elecciones porque tendría menos posibilidades de ser alternativa al PP.

Imagino que en el ejercicio político habrá muchas ocasiones en que un partido o un gobierno haga cosas que no quiere hacer. Lo imagino porque también pasa en la vida común. Ya se sabe: a la fuerza, ahorcan. En esas circunstancias, cuando alguien toma una decisión en contra de su voluntad, nadie le exige que comparta las razones por las que se pone una soga al cuello. Sí es obligatorio, sin embargo, que comprenda por qué lo hace. Y que lo explique. El PSOE tiene el problema de que está fracturado, pero también el de que nadie tiene el coraje suficiente –es decir, el liderazgo suficiente—para emprender el viaje de la ensoñación (‘no es no’) a la realidad (dejar gobernar a Rajoy). Y explicarlo.

Con lo fácil que es.

 

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Blog personal del periodista Antonio Tinoco.


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