El personal se ha tirado a degüello contra Monago por su rap, un episodio más de su factoría de fantasías animadas. No entro en descalificaciones; sí digo que no me gusta esa canción: el ritmo se atora; la letra, obligada a reproducir frases buscadamente declamativas del presidente, parece caminar por una calle mal empedrada; y sobre todo, al producto le asoma demasiado la mistificación como para hacerlo creíble. Aun así no pienso contribuir al coro de adjetivos descalificativos. Porque no me gustan ni las descalificaciones ni perder el tiempo. Y también porque me da que el candidato pretende con este vídeo justamente eso: que la gente se encele con él y que sirva de distracción. Igual que la triste historia del cándido Curro de Camas y su falso amigo Paco de Zafra: trampas para cazar incautos.
Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), las expectativas de voto del Partido Popular en nuestro país entre los menores de 24 años, el segmento social hacia el que iría destinado el rap, es del 4,5%. Es decir, si el cuerpo electoral estuviera constituido solo por personas con un máximo de 24 años, Monago no sería ni diputado porque el PP sería extraparlamentario. No siempre ha sido así: en el 2011, el porcentaje de votantes jóvenes hacia el Partido Popular superaba el 30%. Monago sería tonto y consideraría tontos a esos jóvenes a los que aparentemente se dirige con el rap si quisiera hacernos creer que bastaría para darle la vuelta al desplome de la confianza de los jóvenes hacia el PP a que alguien les cante –además “en extremeño”, en el caso de nuestra comunidad— y que les haga olvidar, por ejemplo, que muchos de ellos tienen que coger una maleta para buscarse la vida fuera porque el desempleo en esa edad alcanza a la mitad de los que la tienen; o que lograr una beca para la Universidad es como dar un puño en el cielo; o que consideran que partidos como el PP –y el PSOE– han alimentado demasiado la corrupción.
Mi opinión es que ni Monago ni los jóvenes son tontos. Monago no compone el rap pensando en un colectivo para el que el PP es poco menos que un partido marciano, que no va a dejar de serlo simplemente porque les diga que Extremadura es una doctrina al ritmo de una moto con escape libre. No lo hace para ganar apoyo entre los jóvenes; sabe que no basta con guiñarles el ojo en plan colega. Monago compone el rap para epatar, que es uno de los ardides, tan viejos como la pana, para ocupar todo el espacio de la discusión. No es un anzuelo electoral para pescar votos; es un señuelo electoral, un artificio para la confusión y para el olvido. “Nadie hablará de nosotros mientras nos critiquen por un vídeo o por una canción”, parece decirse su Departamento de Entretenimiento. La pregunta es cuántas cortinas de humo como el vídeo o el rap nos esperan antes del 24 de mayo, porque da la impresión de que intentar que no se hable de lo que el gobierno del PP ha hecho en la región durante estos cuatro años es el salvoconducto que han elegido para ganar. Su única doctrina.