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Antonio Tinoco Ardila

Apenas Tinta

Huida

 

 

El pasado viernes este periódico informaba de que el PSOE no iba a presentar candidatura al Ayuntamiento de Alburquerque, donde gobierna sin contratiempos Ángel Vadillo con el apoyo de los concejales socialistas a pesar de haber sido expulsado del partido después de que fuera condenado en 2012 a dos años y medio de cárcel y a inhabilitación para ocupar un cargo público. Fue considerado culpable de obstrucción a la justicia y de amenazar desde la radio municipal precisamente a una dirigente socialista local, que finalmente tuvo que irse del pueblo porque Vadillo y sus cercanos le hicieron la vida imposible. Ahora Vadillo, que tenía que haber entrado en prisión y que estaría impedido para optar a un cargo electivo, resucita el ORPO, el partido con el que se inició en la política municipal, y vuelve a presentarse merced a que la condena está suspendida porque ha pedido al Gobierno que le indulte.

El encargado de informar de que el PSOE deja a Vadillo todo el campo libre en Alburquerque fue su secretario provincial, Rafael Lemus, quien dijo que la agrupación alburquerqueña del partido apoya al alcalde y que, en esas condiciones, es muy difícil elaborar una candidatura propia. Y añadió –me temo que sin pestañear– que el PSOE estaba pensando apoyar la candidatura de Vadillo, cuya condena por la que fue expulsado considera rigurosa.

Ahórrense consultar el Diccionario sobre el significado de la palabra cinismo: el comportamiento del PSOE con Ángel Vadillo basta para constituir una detallada definición. Y eso a pesar de que no es un asunto como los ERE de Andalucía, ni siquiera como el caso Plasencia. Pero la coherencia con las propias decisiones y con esas declaraciones con vocación de convertirse en titulares de Prensa cuando los dirigentes socialistas proclaman de sí mismos ser los adalides de la regeneración política, quedan por los suelos ante un personaje como Vadillo, en quien se une la condición de alcalde condenado por los tribunales con la de considerarse poco menos que ungido por los dioses para conducir a su pueblo por los procelosos caminos de la Historia, aunque en la realidad y hasta el momento solo haya transitado por los de una gestión económica al borde del  –también con mayúscula—Desastre.

Al PSOE en Alburquerque se le exigía simplemente estar a la altura de su decisión de echar a Vadillo del partido una vez fue condenado, lo cual suponía limpiar esa agrupación y, llegadas las elecciones, presentar una candidatura al margen del expulsado. No solo no la ha presentado; no solo ha abandonado a su suerte a los votantes de la localidad que, al mismo tiempo que socialistas, se nieguen a dar su confianza a quien se ha demostrado capaz de revolverse, hasta hacerle la vida imposible, contra quien se cruza en su camino. No solo no ha cumplido con su obligación el PSOE, sino que no contento con huir de Alburquerque ahora dice que está pensando apoyar a quien le hace huir.

Ahí, en esa huida, va la regeneración política sobre la que el PSOE tanto pecho saca cuando no pone en juego un puñadito de votos.

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Blog personal del periodista Antonio Tinoco.


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