El pasado domingo se celebró el Día internacional por la libertad de prensa, esa delicada creación de la democracia asediada por enemigos emboscados cuyo denominador común es que, en cuanto se les descubre, se proclaman sus defensores. El último ejemplo del intento de un político de hacernos creer que es posible el doble juego de soplar y sorber al mismo tiempo cuando se trata de la libertad de prensa, tuvo lugar justamente el jueves anterior, cuando el ministro de Justicia, Rafael Catalá, propuso empurar a medios y periodistas que publiquen información reservada –no importa si es de interés ciudadano– y, cuando le llovieron críticas, Carlos Floriano, vicesecretario de Organización del PP, apareció cual Capitán Trueno asegurando que la libertad de prensa es, para el PP, “sagrada”.
Miren lo sagrada que es la libertad de prensa para el PP y el PSOE que incluyeron en la Ley Electoral normas que hacen que se pongan por montera esa libertad al obligar a los medios públicos a que el único criterio válido para informar de ellos mismos durante las campañas electorales sea no el interés de sus propuestas, sino el tan periodísticamente ausente de objetividad como es la proporción de su representatividad política. Y no contentos con eso, obligan en la práctica a televisiones y ediciones digitales –a todas: públicas y privadas— a difundir el montaje de imagen y sonido que elaboran los propios partidos, con el argumento de que no hay espacio para meter todas las cámaras de las televisiones en un mitin. Como es lógico, los partidos editan su resumen incluyendo en él no el mensaje informativamente más interesante sino el más conveniente para la causa. ¿Periodismo? No, propaganda.
Miren lo sagrada que es la libertad de prensa en Extremadura que cuando hace dos semanas este periódico informó de que el helicóptero del 112 se desplazó a Las Hurdes no para atender a una emergencia en un mitin del PP sino por si acaso la había, un diputado de ese partido se despachó con insultos contra este periódico por osar publicarlo. ¿Sagrada la libertad de prensa? Sólo si me beneficia.
Estamos a cuatro días de que se inicie la campaña electoral para elegir representantes en los ayuntamientos y en la Asamblea. Quizás les convenga saber que entramos en el periodo en el que la libertad de prensa es más violentada, sin que haya hecho falta que venga el ministro de Justicia para amenazar a los periodistas si publican información de sumarios secretos. No sólo porque es el tiempo de la información por minutos y no por interés periodístico; el tiempo de los montajes y de las declaraciones enlatadas, sin preguntas incómodas. El tiempo en que los partidos quieren ganar votos a toda costa, para lo cual necesitan una Prensa cuanto menos libre, mejor. Y ya se sabe que, como dice la Asociación de Editores citando a Camus, “una Prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad la Prensa nunca será otra cosa que mala”. Algunos disimulan llamándola ‘sagrada’ para que no se les note que, embozados, trabajan en su asedio.