Hay ritos milenarios que tienen vigencia en plena actualidad. Lo digo por lo del solsticio de verano, San Juan y todo eso. Ya se sabe que lo de poner un santo o un motivo religioso a una fiesta se inventó hace ya mucho tiempo. Se trataba de no despistar al personal, que primero celebraba el fin del invierno y después el nacimiento de un mesías, algo que más tarde algunos llamaron Navidad.
En verano, con San Juan pasa tres cuartos de lo mismo. Más allá de lo pagano o lo religioso, se conmemoraba un cambio de estación, y esto bien puede aplicarse en la actualidad. San Juan marca un cambio en la rutina de la ciudad. Se acabaron los atascos a las dos porque ya no hay colegio, muchos bloques de pisos se quedan casi vacíos porque los universitarios regresan a los pueblos, ya no hay fiestas los jueves por la noche, el parque de la Alcazaba se llena al atardecer y el mercadillo se convierte en una actividad de riesgo por el calor.
Pagano o religioso, San Juan marca el ritmo.