Desayunando tranquilamente en una de esas terracitas donde el tiempo aún permite a los pacenses disfrutar del sol de la mañana, una amiga me explicó de una manera muy matemática, sin ser psicóloga ni experta matrimonial, porqué no hay que divorciarse. Ese mismo día, publicaba este periódico que la crisis había frenado el crecimiento exponencial que estaban sufriendo las separaciones de parejas pacenses en las últimas tres décadas. Ella, a su manera, expuso su conclusión.
Empiezó a echar cuentas. La hipoteca, o alquiler en su defecto, a la que destinó un aporte de 400 euros, con la comunidad, al mes. La luz y el agua, que cada vez traen facturas más elevadas. A este apartado le dio 50 euros. El gas, que según caculó se quedaba con suerte en 30 euros mensuales. Teléfono, que ya no es solo uno, “¿quién sobrevive ahora sin fijo, internet y móvil?” Por lo que calculó de media 70 euros mensuales. Gasolina o gasoil. Con los precios en los que ronda el asunto, de 100 euros al mes en una ciudad como Badajoz no bajó el presupuesto destinado a moverse. En total, y teniendo en cuenta que son gastos mínimos, 650 euros parecían que se iban fácilmente, así de rápido, de sus manos en menos de lo que se comía una rica tostada de cachuela. “Cuando llega el mes de pagar el seguro del hogar, el de vida, el del coche…y hasta el del perro, ya mejor ni echamos cuentas”, añadió.
Teniendo en cuenta que en la provincia el paro está bien instalado, y que de los asalariados el 55%, según los últimos datos oficiales ofrecidos por la Agencia Tributaria, no alcanza sueldo de mileurista. Su conclusión resultaba obvia, “¿quién se va a divorciar?”. “Es que, ¿nos queremos más ahora? Lo dudo. Pero desde luego sí que nos necesitamos más”, me aseguró con una visión que definió como pesimista pero real del amor.
Con las cuentas de antes y un solo sueldo, aunque sea de esos ‘privilegiados’ mileuristas, ella lo tenía claro. “Quedan 350 euros para comer, vestirse, asearse, asear también el hogar…”. Es decir, 11 euros al día para sobrevivir. “Imposible, rotundamente imposible”, aseguró.
No sé si mi amiga tiene razón. Pero dicen que las matemáticas son lógica pura, y su análisis más matemático no podía ser.