Hasta ahora, la palabra sangría me recordaba al verano. A los extranjeros que en cuanto llegan a una ciudad del sur de España piden la refrescante bebida para saciar la sed y algunos, enrojecidos por el sol, terminan dando cambaladas en plena calle. Desgraciadamente, hoy esa palabra me trae otros pensamientos. Uno por cada 95.254 desempleados en toda la provincia. ‘La sangría del paro’ es una expresión difícil de olvidar y a la que nadie es capaz de ponerle freno.
Mes a mes, los datos del Ministerio de Empleo no hacen más que crecer y batir récords. En octubre se ha cruzado la triste barrera de los 4.833.521 españoles. Lo peor, dicen los analistas, está por llegar en 2013. Las pesimistas previsiones no hacen más que agudizar el drama que se esconde detrás de quienes llaman a todas las puertas que pueden sin obtener respuesta, de quienes cruzan por primera vez la puerta de un comedor social, de quienes pierden su casa y, a pesar de ello, terminan endeudados para el resto de su vida.
Los pacenses en particular y los españoles en general necesitan ver una salida. En la ciudad de Badajoz, cuyos datos específicos se conocerán hoy, apenas hay industria, no existen una gran actividad turística ni se esperan de forma inminente los grandes proyectos anunciados durante años a bombo y platillo. Las posibilidades de encontrar un trabajo cada vez son más escasas. Hace ocho años, en las calles de la ciudad se hablaba de la Plataforma Logística del Suroeste Europeo como punto de distribución de grandes empresas que prometían la creación de cientos de puestos. Se especulaba con la ubicación exacta de una futura estación de AVE, el tren de alta velocidad que por fin pondría a la ciudad en el mapa de las comunicaciones. Y lo haría por la puerta grande, en el centro de la conexión entre dos capitales europeas y eso supondría abrir la puerta al turismo de negocios. Se reclamaba la Ronda Sur como solución al tráfico y se anunciaba la construcción de unas instalaciones que centralizarían los juzgados en una sede. Hasta se definían los extremeños entre ‘pro’ y ‘anti’ refinería de Gallardo, un proyecto con cientos de puestos de empleo en la provincia que ha caído en desgracia.
En el diccionario de la Real Academia definen sangría como acción y efecto de sangrar en el sentido de punzar una vena. Es precisamente eso, abrir un hueco por el que se escapan los proyectos, las posibilidades, las ilusiones. Uno por cada 95.254 pacenses.