Por Ángela Pérez
‘-¿Qué le vas a pedir a los Reyes Magos? –Muchas cosas. –Pues este año no se pueden pedir muchos regalos, que hay muchos niños en el mundo y todos tienen que tener regalos’. Así le explicaba el pasado jueves uno de los elfos del embajador que recoge las cartas para sus Majestades en la plaza de San Francisco a una niña mientras esperaba la cola.
Lo hizo con tacto y delicadeza pero con total claridad para que esta pequeña, como otros tantos, no se desilusionen si este año los Reyes no son ‘tan generosos’ como en otras ocasiones.
Son muchas las familias que pasan por los momentos más díficiles de sus vidas. Pero son muchos más los niños que no comprenden la situación. Los padres intentan por todos los medios que los más pequeños de la casa no descubran la realidad de sus hogares, pero ¿cómo disimularla ante la llegada de los Reyes, que todo lo pueden, y que traen la ilusión cada año a los que se portan bien?
No serán pocos los que el próximo 6 de enero no reciban sus enormes cajas llenas de juguetes. Ni serán pocos los padres que disgustados tengan que inventar excusas varias para explicarlo.
Se puede subsistir sin muchos lujos, o no tan lujos, que hasta hoy nos permitíamos. Pero, sin los gritos de alegría y sorpresa de los pequeños al descubrir esa casa de muñecas que tanto ansiaban, las primeras bicicletas a las que posiblemente nunca les quiten las cuatro ruedas porque antes quedarán pequeñas y los coches teledirigidos que persiguen a las mascotas por toda la casa… ¿sin esto también se puede?
Para evitar este tipo de situaciones, algunas asociaciones, como la de vecinos de Pardaleras, realizarán recogidas de juguetes durante estos días. En concreto, los interesados en participar podrán entregar las donaciones en el Centro Cívico de Pardaleras (avenida Antonio Cuéllar Grajera, frente a La Plaza), entre las 18 y las 21 horas de lunes a viernes, donde también se recogerán alimentos.
Y es que puede que lo que para algunos no suponga más que un pequeño gesto, para otros es toda una vida. Porque la sonrisa de un niño, no tiene precio.