Por Rocío Sánchez Rodríguez
Hay muchos que piensan y sienten ya que hemos vuelto a los años setenta en demasiados aspectos. O que nos queda muy poquito para retroceder, de un plumazo, cuarenta años atrás. Dejando a un lado profundos y complejos análisis económicos, a veces basta con observar un poquito el día a día de lo que antes era la clase media para ver esa vuelta a otra época que creímos superada.
Un ejemplo: el aparcamiento de ese gran centro comercial de la avenida de Elvas. Y no porque cada vez se vean coches más viejos o de segunda mano. Sino porque el primer día de rebajas oficiales, había familias que, a la hora del mediodía, ya no hacían cola para almorzar en un restaurante económico de comida rápida. El plan era mucho más austero. Llevarse un bocadillo de casa y una botella de agua y montar un ‘minicamping’ en los aparcamientos. La imagen del padre de familia sentado en una silla de tela plegable que acababa de sacar del coche devorando un bocata de salami habla por sí sola.
No es sólo que ese padre no se pueda permitir llevar a sus hijos a comer una hamburguesa, es que los de las hamburguesas cada vez tienen menos clientes, por lo que cada vez necesitan menos personal. Y así la cadena… Al final y al cabo, el progreso se ha basado en el consumo.
Vamos dandos pasitos para atrás poco a poco. Lo que no está muy claro es cuándo ni dónde nos vamos a parar…