Por Rocío Romero

Dos desplomes de la muralla en quince días habían hecho focalizar la atención  más inmediata en el peligro que sufre el patrimonio de la ciudad. Ha hecho falta que llegue la ‘ciclogénesis explosiva’ de este fin de semana para recordar la fragilidad de la mayor parte del Casco Antiguo. Su paso por la ciudad ha dejado tres viviendas acordonadas y una, además, apuntalada. No es la primera vez que ocurre. De hecho, las lluvias de 2011 provocaron, al menos, cinco desplomes en menos de un año. Sin embargo, este otoño ha sido tranquilo y los pacenses casi habían olvidado que el viento puede echar abajo parte de las casas de su zona histórica.

En otoño de 2011, Urbanismo dio a conocer un informe sobre el estado de los edificios que concluía que una de cada cuatro de las casas estudiadas se encontraban en mal estado. Incluso el Ayuntamiento anunció que iban a suscribir acuerdos con los colegios profesionales para facilitar a los propietarios análisis en mayor profundidad de las estructuras e incluso propuestas para solventar los problemas. Aquello cayó en el olvido porque 2012 dio una tregua a las calles con más sabor y no hubo más desplomes que el de un muro.

2013, sin embargo, comienza con el aviso de que hay que buscar soluciones antes de que cualquier tormenta vuelva a cebarse con el Casco Antiguo.