Llueve y Badajoz se descompone. Las carreteras de la ciudad parecen estos días piscinas. Los charlos se extienden por la calzada de distintas calles y el agua se convierte en el mayor enemigo de los peatones. Quienes se aproximan a la calzada pueden ser sorprendidos por una avalancha de agua proveniente del líquido acumulado en el asfalto y los que caminan por la acera pueden toparse con alguna baldosa suelta que les salpique. Muchos vecinos ironizan con esta situación y comparan la ciudad con Venecia.
Pero al margen de bromas, y más allá de las circunstancias en las que se encuentran las aceras y el asfalto de las vías pacenses, hay otros problemas que se agravan con la llegada de las fuertes y continuas precipitaciones. Los derrumbes en el Casco Antiguo es el que más preocupa y el que más daña a la ciudad. El estado de deterioro de muchas casas de este barrio aumenta con las lluvias, que provoca filtraciones de aguas y humedades. Ante esto muchos inmuebles ceden y se desploman con el consiguiente riesgo para vecinos y usuarios de la zona. El último caso se registró ayer, en la calle Encarnación. Afortunadamente no hubo que lamentar víctimas, sólo daños materiales. Un panorama, desolador pero que parece complicado de atajar. Es el primer derrumbe del 2013, pero es posible que no sea el último por el estado en el que se encuentran otros edificios del área histórica de la capital pacense.