Por Antonio Gilgado
En Badajoz, las juras de banderas tienen mucho éxito. Y no se trata de las que celebran los militares en las bases de Bótoa o Talavera, sino la de los civiles en Valdepasillas o el obelisco de la plaza de toros. La tradición marcial de la ciudad viene de lejos y hay verla como algo excepcional, pero cada poco tiempo se corrobora. Las fotos despedidas o bienvenidas de familiares y soldados en el aeropuerto se cuelan siempre entre lo más visto del Hoy.es y cada acto castrense que se organiza fuera de los muros propios goza de un amplio poder de convocatoria. El interés va más allá del ejército moderno. Las visitas guiadas a los fuertes y monumentos defensivos tienen cada vez más seguidores y en Internet se han multiplicado los expertos en el sistema defensivo de Badajoz. Ahora, ante el revellín de San Roque o el hornabeque del puente de Palmas es fácil encontrar a alguien discutiendo de tipos de morteros o torres de vigilancia como si fueran una cuadrilla de generales. En Badajoz, cualquiera puede ser militar.