Por NATALIA REIGADAS

Lo de que un hijo te cambia la vida es una de las mayores verdades que se han dicho. Tienes otras preocupaciones, otro ritmo y otras alegrías también. En uno de los aspectos en los que más transformas tu rutina es a la hora de salir de casa. Además de llevar un equipaje completo para que coma, para limpiarla, para que juegue, por si se ensucia, etc, vas a sitios distintos. Por ejemplo, buscas restaurantes espaciosos para aparcar el carrito. Mi mayor obsesión, sin embargo, son los columpios. Mi hija acaba de descubrir que le encantan y me paso media vida dando vueltas por la ciudad para llevarla a balancearse.

Tiene 9 meses así que solo puede montarse en los que llaman columpios de pañal. Son balancines en forma de arnés que sujetan a los bebés para que no se caigan. Pues bien, en Badajoz triunfan. Más que eso, son uno de los objetos más codiciados de la ciudad. Cualquier tarde ante un columpio encontrarás una cola de niños pero ante estos la cola es el doble de grande y es de madres y padres con sus bebés en brazos. La conversación es siempre la misma: “deberían poner más”. Es el consuelo de quejarse mientras esperas 20 minutos a que los otros pequeños se columpien.

Sigo buscando. Soy incansable. Por el momento he encontrado un columpio de pañal en la Plaza de las Américas, dos en Condes de Barcelona, dos junto al Auditorio Ricardo Carapeto y dos en el Parque de San Fernando. No sé si hay más pero es cierto que se quedan cortos para la cantidad de niños que hay en la ciudad. Los columpios normales ya están muy demandados pero estos baten récords. Es increíble ver un parque infantil por la tarde, parece que regalan dinero.

No podemos pedir un columpio para cada niño ni tener un parque debajo de cada casa, pero poner algunos más sería una ayuda importante y por favor, que alguno sea de pañal.