Me gusta que Badajoz me sorprenda. Ayer lo hizo. En el festival de teatro. El López de Ayala acogió la representación de ‘Cena con amigos’. A priori, resulta una obra sencilla: un lenguaje fácil que te muestra escenas de la vida cotidiana de una relación de pareja cuando ambos acaban de pasar la peligrosa línea de los cuarenta. A pesar de los puntos cómicos, la historia resulta un drama absoluto al mostrar lo sola que se puede sentir una persona rodeada de su familia, lo triste que es descubrir que hablar siempre de los problemas de los demás e intentar resolverlos y no ocuparte de los tuyos es un claro síntoma de no querer ver lo que tienes en casa… El teatro, a veces, funciona como un espejo. Y ayer el público pacense se pudo ver reflejado en ese espejo. La obra pudo gustar más o menos, pero lo cierto es que caló hondo. Los espectadores aplaudieron, pero también salieron incómodos. A nadie le gusta que le muestren de una manera tan brusca la realidad, aunque a veces sea necesario. Pero ayer, en el López de Ayala, la gente no tuvo más remedio que pensar. Y mucho.