Por Natalia Reigadas
Es curioso como hay costumbres que se convierten en parte de la personalidad de una ciudad. En Oviedo hay un reloj en el que suena el ‘Asturias patria querida a las horas en punto’, en Santander el tren que recorre la Magdalena ha sido bautizado por los vecinos como el ‘magdaleno’ y en Salamanca celebran después de Semana Santa el lunes de aguas en el que, tradicionalmente, las prostitutas volvían a la ciudad en barcas que cruzaban el Tormes.
Me encantan esas historias y Badajoz, como ciudad viva, tiene cientos pero hay una nueva que me llama especialmente la atención: hacerse la foto vertical en el árbol de Navidad. Desde hace unos años el Ayuntamiento instala un árbol hueco en Plaza de Espaa y aunque ha habido sus más y sus menos ya se permite libremente entrar dentro. Los que lo hacen no puede evitar enfocar la cámara hacia arriba y captar la imagen. Los fines de semana se ve a los padres tirados en el suelo para fotografiar a sus hijos entre las luces. Me encanta.
Y aunque esta pequeña columna es para destacar esta curiosidad tengo que aprovechar para sacar a relucir una parte no tan bonita. El sábado pase hora y media en la Plaza Alta y no vi el espectculo de luces. Como yo un par de cientos de pacenses nos quedamos con cara de tontos esperando. Por favor, que no vuelva a fallar el invento y si lo hace, que alguien esté preparado para arreglarlo.
Otra cosa. El mercado de San Francisco me encanta pero cierra a las nueve y el sábado los que paseaban estaban llegando cuando se clausuraba. Es una pena. Hay que respetar cierto horario comercial pero quizás los fines de semana puedan ser un poquito más flexibles.