No es la primera vez ni será la última que me quejo de los propietarios de animales que dejan que sus mascotas defequen en la calle y no lo recogen. No es nada nuevo y sinceramente creo que la Policía Local debería freírlos a multas.
Es un tema repetido, pero vuelvo a retomarlo porque el colmo de la falta de convivencia se está viviendo junto al Palacio de Congresos de Badajoz. En la calle Hermanos Merino hay una cuesta pronunciada junto a la muralla abaluartada que llega hasta uno de los edificios del colegio Nuestra Señora de Bótoa. Entre la acera y la muralla hay un par de metros de tierra y algunos vecinos de la zona han decidido que ese es su particular Pipican. No exagero si digo que hay más de una treintena de excremento de gran tamaño a menos de un metro del centro educativo. El olor es insoportable con el calor de estos días y los niños pasan al lado a diario.
Esta situación solo se puede definir como lamentable y aquí no hay ninguna institución irresponsable ni malvados empresarios. Son los vecinos los que perjudican a sus iguales. No he tenido la oportunidad de ver en directo a los dueños de los perros responsables, pero deberían avergonzarse de su comportamiento. Espero, de verdad, que se den cuenta de la barbaridad que llevan a cabo y paren o que la Policía les sancione debidamente.