Por Natalia Reigadas
El viernes pasado la Junta Local de Gobierno del Ayuntamiento de Badajoz anunció que ha comprado otras siete viviendas en el Campillo por 155.000 euros. Explicaron que solo faltan unas 10 casas por adquirir para que el Consistorio posea una manzana entera en la zona y por lo tanto, pueda construir la primera promoción de pisos nuevos.
De forma egoísta me encantan esas noticias porque vivo en el Casco Antiguo. En concreto en la calle Arco Agüero por lo que, para subir a uno de mis sitios favoritos, la Plaza Alta, debo pasar por el Campillo. No lo hago siempre. Dependiendo de la hora y el ambiente practico el deporte del rodeo y subo por San Juan para evitar encuentros o escenas desagradables.
Me da un poco de rabia. Hace poco un compañero me comentó que bajando por la zona le preguntaron, con cierto tono de intimidación, si era policía secreto. Me hizo gracia porque hay uno de los vigías, los que controlan las casas donde supongo que hay trapicheo porque si no ni tendrían vigilantes, que me ha hecho la misma pregunta tres veces. La última vez estuve a punto de ponerme borde y decirle: “Hombre, que nos conocemos, que soy vecina y además, con estas sandalias y la faldita no tengo pinta de policía”. Pero claro, esa gente da cierto miedo si vas sola.
Lo mejor para pasar por la zona sin problemas es el tabaco. Les das un cigarro antes de que te lo pidan y ya está, solucionado. El problema es que acabo de dejarlo, así que no sé qué peaje me podrán ahora.
También les he entrevistado acompañada de un fotógrafo y de nuevo estaban obsesionados con que somos policías. Le dije a uno, medio en broma, que si no le parecía raro que apenas pasasen vecinos por esa calle, aunque fuese un acceso a la Plaza Alta y me contestó, aún con más guasa, que esa calle era suya.
El Casco Antiguo es un barrio genial y espero no irme nunca. En una zona donde hay noches en blanco, el Carnaval, Almossassa y una mezcla de vecinos sorprendente. Lo mismo te encuentras una familia vestida de domingo desayunando en Plaza de España que tres jóvenes sentados en una moto cantando flamenco en una esquina. Así porque si. Otra escena real: una boda saliendo de la catedral y un cura pagando el desayuno a un señor vestido de señora que también quería agradecérselo cantando.
Me encantan vivir aquí con sus peculiaridades, pero una cosa es que haya vecinos muy distintos y otra que ciertas calles den miedo. Quedan muy pocas, eso es cierto. Solo unos pocos resistentes entre vecinos normales, de el Campillo y de promociones nuevas que ya les miran como lo que son, la minoría. De todas formas son una minoría que molesta y ojalá lleguen pronto las obras y se acabe mi deporte, el rodeo.
El Casco Antiguo es un barrio genial y espero no irme nunca. En una zona donde hay noches en blanco, el Carnaval, Almossassa y una mezcla de vecinos sorprendente. Lo mismo te encuentras una familia vestida de domingo desayunando en Plaza de España que tres jóvenes sentados en una moto cantando flamenco en una esquina. Así porque si. Otra escena real: una boda saliendo de la catedral y un cura pagando el desayuno a un señor vestido de señora que también quería agradecérselo cantando.
Me encantan vivir aquí con sus peculiaridades, pero una cosa es que haya vecinos muy distintos y otra que ciertas calles den miedo. Quedan muy pocas, eso es cierto. Solo unos pocos resistentes entre vecinos normales, de el Campillo y de promociones nuevas que ya les miran como lo que son, la minoría. De todas formas son una minoría que molesta y ojalá lleguen pronto las obras y se acabe mi deporte, el rodeo.