Hay un cliente del supermercado Erosky de San Fernando que todos los días, a la misma hora, compra una botella de agua y un plátano. En realidad, ni tiene sed ni le apetece comer fruta, pero le parece una fórmula muy económica de tener media hora de aparcamiento gratis en San Fernando a media mañana. Con el ticket de la caja no tiene que pagar parking.
En cualquiera de los dos aparcamientos del centro, el de San Atón o el de Menacho, esa misma media hora de estacionamiento vale bastante más que una Lanjarón de medio litro y una fruta canaria.
Parece una variable matemática: cuanto más difícil y más caro sale dejar el coche en el centro, más ingenio para esquivarlo. Algunos tienen localizados donde aparcan los profesores de los colegios para ocupar el sitio cuando terminan las clases. En la zona de los juzgados ocurre lo mismo con los funcionarios que vacían el entorno de la plaza de Santo Domingo. Los más arriesgados se atreven a invadir el espacio reservado para las motos de Puerta Palmas porque las franjas horarias dejan algunas dudas y la Policía Local no es muy escrupulosa y por último hay que mencionar a los abonados a los contenedores de basura. Dejan el coche delante de los depósitos porque dan por hecho que el camión solo pasa por la noche. Visto lo visto, aparcar gratis se ha convertido en materia reservada para los ingeniosos.