Por Evaristo Fernández de Vega
El otro día visité a un primo lejano. Trabaja en Santa Marina y me contó que el bar donde nos tomábamos las cañas ha terminado cerrando. «Esto va mal», suspiró. «Y peor que se va a poner –le respondí yo–. En la esquina de la avenida de Villanueva con la autopista han cerrado otro bar. Estaba bien de precio, por media tostada con café te pedían un euro, pero ha durado poco».
Me gustaría estar equivocado, pero tengo la sensación de que los 900 bares y restaurantes que funcionan en la ciudad van a sufrir una crisis muy seria. Y no lo digo yo, sino un responsable sanitario al que escuché decir el otro día que los 8 euros mensuales que van a pagar los pensionistas por sus medicinas solo les obligarán a prescindir de cuatro cafés.
Dicho así, no parece mucho, pero en Badajoz viven alrededor de 28.000 pensionistas . Si cada uno se ahorra esas cuatro consumiciones, los bares dejarán de ingresar 225.000 euros. Casi 40 millones de pesetas.
No soy un experto en negocios, pero imagino que más de un empresario con local propio se daría con un canto en los dientes si pudiese facturar 80.000 euros al año. Justo andaría para ganarse un sueldo decente, pero al menos podría ir tirando.
Por tanto, los cuatro cafelitos que dejarán de tomarse los jubilados para pagar las medicinas provocarán de forma inmediata el cierre de un buen puñado de bares. La cuenta es clara, si los ingresos en el sector bajan 225.000 euros al mes, se esfumará de un plumazo la recaudación mensual de tres negocios. Y a lo largo de un año aún sería peor: deberían cerrar 36 bares de Badajoz para que el resto mantuviera sus ingresos.
Son los efectos de la crisis. Antes, España debía el dinero que no tenía a unos señores que no conocíamos y todos éramos felices; ahora, nuestro país trata de devolver lo que debe a costa de cuatro cafés que son fundamentales para el futuro de nuestros bares.
Por cierto, no sé dónde se toma los cafés de 2 euros el señor que lanzó la idea. En Badajoz, por fortuna, todavía hay sitios donde uno puede desayunar por un euro y pico una tostada de cachuela. Y bien desayunado.