La apatía es un sentimiento demasiado común y la crisis no ayuda. El mal momento económico y social y en el caso de los periodistas, pasarse el día dando malas noticias, te hunde aún más en la dejadez.
A Badajoz, además, le achacan muchas veces que la apatía es uno de sus estados naturales por cierta sensación de olvido. Cierto es que en esta ciudad lograr que la gente se movilice no es fácil, pero en mi caso, como estoy harta de dar malas noticias, diré que este fin de semana he vivido dos excepciones claras de esta fama pacense.
La primera fue ayer mismo cuando 1.300 personas se levantaron pronto un domingo para correr por las calles de Badajoz en favor de Aspaceba (Asociación de Personas con Parálisis Cerebral de la Provincia de Badajoz). Esta asociación tiene falta de liquidez, hizo un llamamiento de ayuda, esperaba a unas 400 personas y el apoyo se triplicó. Junto a su sede se respiraba satisfacción por la respuesta pacense mientras los participantes disfrutaron de una mañana solidaria.
El sábado por la noche se vivió otro ejemplo de movilización. Unos 500 aficionados al Carnaval se reunieron en el Palacio de Cristal del Hotel Río para celebrar la 18 Gala Antifaz de Plata. Allí no había millonarios ni mucho menos profesionales que se ganen la vida con la fiesta de Don Carnal. Había señoras que cosen 12 trajes de su comparsa, jóvenes que ensayan en la calle y con frío ocho meses al año la música y las coreografías y grupos que jamás han ganado un premio importante pero salen cada edición a darlo todo.
No sé muy bien como se pueden definir ambos sentimientos, el que se vivió en Aspaceba y en la Falcap, pero desde luego no se puede llamar apatía. Merece la pena tomar ejemplo.