Por Antonio Gilgado
David, por su mezcla de valentía e insensatez, siempre atrae más que el gigantón Goliat, que apenas necesita mover un dedo para deshacerse de sus adversarios. Atrae el humilde con gestos de grandeza y no el grande que nada en la mediocridad.
Por eso el Badajoz que compite en primera regional en campos de tierra despierta más simpatías que el que jugaba en segunda división y aspiraba al ascenso a primera.
Casi todas las murgas le han cantado estos carnavales al Badajoz, en los macrobotellones del sábado y del lunes en San Atón se vieron muchos grupos de futbolistas disfrazados de delanteros blanquinegros y en las redes sociales se multiplican los que se agitan celebrando sus goles. Se lo marcan a la Albuera, al San Jorge o la Codosera, pero los comentan como si fueran contra el Elche, el Racing o el Sporting.
El tópico de que la gloria a un equipo nace de su afición, se cumple esta temporada, tuvo que desaparecer para triunfar, tuvo que perder como Goliat para volver como David.