Por ANTONIO GILGADO
Lo de la lluvia en pascua parece que no gusta a nadie.
Los hosteleros se cabrean porque espanta a los turistas, los cofrades porque no pueden cumplir con su penitencia y a los agricultores les fastidia que se pudra la fruta que no han recogido del árbol. Salvo los vendedores de paraguas, por Badajoz cuesta encontrar gente contenta estos días con tanto nubarrón.
Pero hay un barrio donde las borrascas y los frentes, más que enfadar, asustan.
En el Casco Antiguo tempestad es sinónimo de derrumbe y con los antecedentes de los últimos meses, hay vecinos que hacen su propia porra. El local abandonado en Arco Agüero, el muro de la calle Joaquín Costa y lo poco que queda en pie en la Encarnación entran en todas las quinielas.
Entre ciclogénesis y temporales, la lluvia ha cerrado los jardines de la Galera, el baluarte de la Trinidad y un tramo de Joaquín Costa. Demasiado en tan poco tiempo.