Por Rocío Romero

No me irán ustedes a negar que “ofendido, engañado y defraudado” son palabras que bien podían aparecer en una canción de Pimpinela o Kamela. Lo extraño es que las pronuncie un político para referirse a otro. Estas letras de desamor son las que le ha escrito Celestino Vegas, el portavoz de los socialistas, a Francisco Javier Fragoso, el alcalde. Se queja porque en 24 días que lleva de regidor no ha tenido a bien reunirse con él. Y por eso, más que buscar un acercamiento, decide romper las relaciones institucionales de su partido con el Gobierno de la ciudad.

A mí esto me suena a riña de colegio o pataleta infantil. Llámenlo como quieran. Lo que riza el rizo, además, es que el propio Vegas se acuerde de las desafortunadas palabras que pronunció hace unos años cuando insinuó que el antiguo alcalde, Miguel Celdrán, ‘bebía’. Y que hicieron que el veterano regidor le echara por la puerta de atrás de las relaciones municipales con la misma fórmula. En realidad, Vegas le dio una excusa a Celdrán para que le ignorara todavía más de lo que acostumbraba a hacer. Y ahora, sin embargo, lo que tiene es un ataque de dignidad que puede pasarle otra cara factura.

Si algo está dejando ver Fragoso en este primer mes de mandato es que no piensa estarse quieto. Se multiplica para estar en todos lados y trata de desentrañar asuntos estancados, como está haciendo por ejemplo con la Plataforma Logística del Suroeste Europeo. Así que mientras Celestino Vegas apriete los dientes porque tiene un enfado de patio escolar, el heredero de Celdrán seguirá con su rollo de perfil resolutivo y le da, además, una excusa para recuperar la táctica de Celdrán con la oposición, que se basaba prácticamente en pasar olímpicamente de ellos. Empieza así una actuación más propia de Pimpinela que de gente seria con ganas de trabajar.