Por Tania Agúndez
No son los comercios los que cierran sus puertas, sino los ciudadanos los que ya no abren tan alegremente sus monederos. La crisis, que hace unos meses parecía empezar a llegar a su fin después de que algunos atisbaran ciertos ‘brotes verdes’, parece que no va a concluir nunca.
Recortes a los que se suman más recortes, comedores sociales a rebosar, Cáritas y otras organizaciones sociales que no dan abasto… y a pesar de esta realidad las ciudades pretenden que el nivel comercial continúe con el ritmo que ha tenido hasta hace unos años o más.
El nivel de consumo de los ciudadanos ha caído y mucho. El Casco Antiguo de Badajoz está plagado de locales cerrados, Menacho pierde negocios a un ritmo vertiginoso y El Faro ya empieza a notar los efectos de la recesión económica. Badajoz es una ciudad que se distingue por el sector servicios y mayormente por su oferta comercial. Obviamente esta faceta la tiene explotar al máximo para captar el mayor número de usuarios y visitantes posible.