Por Natalia Reigadas
Acabo de regresar al trabajo tras el permiso de maternidad. He vuelto con la foto de una niña preciosa que luce en mi mesa y también con los brazos mucho más fuertes. Parte del entrenamiento ha sido como madre, dando vueltas por casa con el bebé en brazos, pero la otra parte se ha producido en las calles de Badajoz donde he ejercido como piloto de rallyes.
Pasear un cochecito no es nada fácil y cualquiera que tenga un niño lo sabe. La misión se vuelve difícil con los obstáculos arquitectónicos y directamente imposible por las cacas de perro. Aquí quería yo llegar. Las personas que van en silla de ruedas, a las que entiendo ahora mejor que nunca, y los padres con cochecito, se enfrentan a diario a grandes aventuras. En la calle deben aprender a subir a peso escalones, esquivar los baches y evitar los desniveles. Esto ya es suficientemente meritorio para tener que ir zigzagueando entre excrementos.
En Badajoz existe una ordenanza de Limpieza que multa a las personas que no limpien los excrementos de sus mascotas. Se considera una falta grave y está penado con una multa de 751 a 1.000 euros. Parece excesivo, pero si es la única forma de educar a los maleducados, adelante. Para los que sean más razonables, por favor, piensen en los demás cuando dejen abandonadas las cacas de su perro.