La sidra es al vino lo que la txalaparta al piano. Lo dijo Jero Lete mientras se cepillaba un solomillo de retinto en el Dosca. Conste que le cito con el mismo respeto con que se cita a los clásicos. Y vaya por delante que en la cena se habló de casi todo, pero no mucho de la novillada del día. Háganse a la idea.
En la plaza pasamos frío, nos mojamos con ganas en tres de los novillos, segundo, quinto y sexto, y la historia quedó en historieta. Algunos dirán que acertaron viendo la novillada en su casa, calentitos, cómodamente. Yo no. Me mojé y fui feliz. Creo que Jero Lete también. Él y toda la cuadrilla de Vitoria. los de Vitauri. A los que se quedan plácidamente en su mullido sillón les contaría historias como las de Jero Lete. Tipos entrañables para la fiesta como Jack y Odila, una pareja de alemanes que nunca falta a Olivenza. Y lo que tiene más mérito, nunca le faltan, por San Juan, a Badajoz. Alemanes, franceses, ingleses, italianos,… la torre de Babel del toro. Jack y Odila chapurrean malamente el español. Les encontré antes de comenzar el festejo acodados en la barra del Maila. En el saludo puse todo mi respeto por los aficionados cañón. Eran las cuatro y media de la tarde, bebían manzanilla como solo los alemanes saben beberla y sonreían de oreja a oreja sin entender palabra. El Maila, a esa hora, ya reventaba. Olivenza interesa. Atiendo una llamada de Onda Cero Sevilla preguntando por el milagro oliventino. Saludo a diestros y siniestros. Por allí Joaquín Domínguez el empresario, hierático como solo los de Almendral saben serlo. Le deseo suerte. Un café. El lío de los tickets. Aparece Paco Campos cámara en ristre. Me invita a una copa, muy a gusto me la hubiera tomado con tan buen amigo de no ser por la gota. Más gente. Dentro y fuera. Los de la Peña Ferrera de Aceuchal. Con puntualidad militar llega Víctor López. Hoy vamos juntos a los toros. Le aprecio enormemente. Es uno de esos tipos que te da tranquilidad, que te sosiega el alma. Al menos a mí. Mi paso por el fútbol acabó bien gracias a muchos, pero especialmente gracias a un hombre bueno, serio y cumplidor como Víctor, el míster, mi míster. Dos ascensos como dos puertas grandes le contemplan. Al salir llegan los de Vitoria. Paco Campos, gentilmente se presta a retratarnos. Víctor y yo enfilamos hacia la plaza. Entramos por la enfermería. La enfermería de Olivenza es un sinvivir. Tiene más tráfico que la Cibeles. En el patio de cuadrillas lo suyo es perder la mirada, en los pasillos, que desde la enfermería comunican con el callejón, lo suyo es culebrear de aquí para allá como si mil tareas te apremiaran. Saludo al presidente, Don Antonio, urgido como todo presidente a la hora hache. Cutiño más sonriente de lo habitual. Antonio, el amo de la taquilla, la flema andante. También sonriente, pero más, el alguacilillo, mi entrañable Luis Cabazo. Ya en nuestra localidad vamos disfrutando mientras la plaza coge color. Me cuenta Víctor que su padre le vistió de luces a la muy temprana edad de cuatro años, A él y a su hermano gemelo. Fue en las fiestas de Aldeanueva de San Bartolomé. No ha vuelto a tirar de muleta. Al final, media entrada. O sea, como cuatro teatros como el Lopez de Ayala hasta el gallinero. Cartel de pueblos hermanos. Un peruano, un mejicano y un español, como en los chistes. Y el cielo cerrándose. Boina y bufanda.
Los novillos del Freixo fueron desiguales. Los hubo con más y menos cara. Bastos de trazo en general, quizá a esa impresión contribuyó el que trajeran el pelo del invierno. Dieron buen juego unos con otros. Los novilleros, en su bisoñez, taparon algunos que a mí se me antojaron de nota. De hecho creo que el tercero, en otras manos, hubiera sido de lío gordo. Ya saben que desde la barrera se ven muchas cosas que no siempre pasan. Me gustaron los tres primeros y también el quinto. Más complicados, exagerando un poco, cuarto y sexto.
¿Los novilleros? Detalles. Me gustó Joaquín Galdós con el capote. Lo maneja con cierto compás. Dejó, al menos a mí, algunas estampas de gusto en el recuerdo. Al primero no lo entendió. Quizá el nerviosismo, la responsabilidad… Le metió la mano abajo y ya lo dijo Víctor López el día que jugamos en Coria, no siempre se puede rasear la bola, hay campos en los que lo suyo es el balonazo arriba. El peruano me gustó más en su segundo, un novillo un tanto complicado con el que supo estar en novillero con papeles. Una faena sorda, sin brillantez, pero que me agradó. El muchacho tiene algún oficio.
Leo Valadez, el mejicano, tiró de bragueta. Vino con hambre y a punto estuvo de merendarse dos orejas y salir por la puerta grande. Le llovió en los dos. El primero lo pinchó malamente. Y al segundo le arrancó la oreja a mordiscos. Oreja generosa, pero teniendo en cuenta que era el quinto…. Banderilleó, toreó de rodillas, lució por lopecinas, quitó y aún así no alzó el vuelo ninguna de las dos faenas. Brindó al ganadero, que permanecía embozado en su burladero de callejón, ajeno a todo protagonismo. Si se me permite diré que Leo debe mejorar con la espada. Y mucho. Por el bien de todos.
Lo de David Bolsico es un primer paso. Ayer demostró que aún está verde. Digamos que algo tuvo que ver la mucha responsabilidad en día tan señalado para él. El primer utrero se le fue. Tenía un tranco precioso, pero no lo entendió. O no se entendieron. O no lo entendí yo. El caso es que no hubo ni asomo de faena. En el que cerraba plaza fue volteado feamente en el estatuario de recibo. Mal y bien, porque eso y la tromba de agua le metieron en los terrenos de la emoción. Eso y su gente, que aguantaba estoica bajo la lluvia. Se armó de valor para intentarlo por oriente y por poniente. Sin suerte con los hierros. Los suyos pidieron con fuerza la oreja. Mayor despropósito fue silbar a la presidencia por no concederla. Nada, un primer paso. Ánimo.
A estas alturas mi dominicano estaba ya totalmente echado a perder. Me lo regaló mi hermano cofrade José Rivero. Yo preferiría menos puros y que me acompañara alguna tarde en el tendido. Aún tengo fe. En fin, citando de nuevo a Jero Lete, peor fue lo de Motrico, jugaba el Alavés y el balón, que se hundió en el fango, no hubo manera de encontrarlo. Lo dijo entre croqueta y croqueta del Dosca. Carta de vinos no tienen, al menos no la encontraron, pero las croquetas les lucieron. Hoy, sábado, más. Toros y croquetas.