Todos conocemos alguno. Ese tipo que en lo mejor de la noche te recuerda que mañana trabajas, o que cuando celebras un título de tu equipo te pregunta por qué estás tan contento, si tú no has ganado nada. Son cosas que sabes, claro, pero de las que te olvidas durante un rato porque estás disfrutando, desconectas de la cruda realidad y lo último que necesitas es que venga el cenizo de turno a soltarte perogrulladas. Ahora parece que la han tomado con el baloncesto. No creo que ninguno de los aficionados del Cáceres que con tanto entusiasmo están viviendo estos playoffs ignore que, aun en el caso de conseguir el ascenso, sería muy difícil, casi imposible, reunir los cerca de cinco millones de euros que se necesitarían para jugar el próximo año en la ACB. No es algo de ahora, se lleva diciendo años por activa y por pasiva, que los tiempos del despilfarro de dinero público se acabaron y que si una temporada de estas suena la flauta el club tendrá que buscarse la vida para conseguir patrocinios privados, y si no directamente renunciar al ascenso.
¿Así que, por qué este empeño en aguarle todos los días la fiesta a la gente que está feliz con la gran marcha del equipo en estos playoffs, algunos por primera vez en su vida y otros muchos recuperando sensaciones de hace 20 años? Con la que está cayendo, nadie que tenga los pies en el suelo le va a pedir cinco millones a la Junta para jugar en la ACB, es evidente. Además, entre soltar por las buenas semejante cantidad de dinero y desentenderse por completo del tema hay caminos intermedios, por la vía de los buenos oficios que un gobierno autonómico siempre puede poner en práctica ante terceros, pero eso es otra cuestión que ya habrá tiempo de tratar si el Cáceres logra eliminar al Melilla y se planta en la final.
Ahora es el momento de disfrutar, me parece, no de amargarse la vida colocando en el centro del debate la cuestión del dinero, de la que si alguien debe ocuparse es la directiva –que sí está obligada a anticiparse y buscar soluciones con tiempo–, pero siempre de una forma discreta que no acapare todo el protagonismo. Si luego no se puede, pues no se podrá, y además opino que lo que ilusiona a la gente es el ascenso en sí por lo que tiene de valioso, por el hecho de ser capaces de ganar todo un playoff de la LEB Oro, y no tanto la perspectiva de en qué categoría competirá el equipo la próxima temporada.
El viernes tenemos un partidazo en el Multiusos y otro el domingo. Cáceres no conoce unas semifinales de este nivel desde 1992. ¿De verdad vamos a pasarnos la semana hablando de dinero?