Bueno, hoy, siguiendo con los continuos desajustes de mi estado de ánimo, voy a escribir sobre cosas bonitas, lugares y objetos que me hacen sentir bien, porque pensándolo detenidamente, hay cosas en la vida, que aunque sean muy pequeñitas y parezcan insignificantes, te hacen estar feliz…por ejemplo:
A mí la música me hace sentir feliz…no sé qué tiene, no me explico qué causa en mí, pero me llena de un sentimiento tan grande, ¡que me encanta! Por otro lado, el deporte. ¡Qué puedo decir del deporte! ¡Si es parte de mi vida! desde que tengo uso de razón he practicado infinidad de diferentes deportes, y los que me quedan…
A todo esto, hoy ha sido un lunes productivo, y después de trabajar me he ido a la piscina, a nadar un poquito y por supuesto, me he ido en bici, que es mi medio de transporte aquí. Mi bici, esa que creo que me va a dar tantos disgustos cuando estemos a menos cero, pues se pasa fresquito, ¡y yo me forro de ropa! pero los ojos se me congelan y contra eso no sé que podré hacer. Bueno, a lo que iba, que me he ido en bici a nadar y con mi música ¡total ná! pues ya estaba yo feliz…si después me quejo mucho, pero ya ves, ¡si tampoco necesito tanto para sentirme bien! Y aquí os presento a mi bici, con su cestita, su único freno izquierdo y sus ruedinas delgaínas :
Esa bici, que me lleva a tantos sitios aquí en Oskarshamn, como a trabajar, a la piscina, y a dar paseitos por mi pueblo para descubrir rinconcitos que no conozco. Hoy no lo tenía planeado, pero iba tan a gusto con mi música después de nadar que me he perdido por la ciudad. Y me he puesto a observar, y es que estamos en otoño y aquí como todo es naturaleza, está cambiando el paisaje de una forma increible, con un cóktel de colores ¡que te transportan a un cuento! y he aquí el otoño en Oskarshamn:
Bueno, pues siguiendo con paseos en bici, lugares mágicos de ahora mi ciudad, y con sensaciones increibles, hablaré ahora de uno de los rincones más especiales que me he encontrado por casualidad, por mi manía de investigar, y bendita manía…El cementerio.
Un día venia hacia mi casa y miré a la izquierda y vi unas puertas abiertas y muchísimo verde. Yo pensaba que era un parque, (luego investigando descubrí que aquí le llaman “skogskyrgarden”, cementerio del bosque) así que entré. Había senderitos para ir andando o en bici, y cual fue mi sorpresa, que me fui encontrando lápidas en el cesped. Aquí deben tratar a la muerte de una forma más natural, porque incluso en el parque del centro, al lado de la iglesia emblemática del pueblo y de un colegio, hay otro cementerio mucho más pequeñito, pero allí está, y me parece bien, porque no entiendo la manía de tener que alejar los cementerios queriendo mantener escondido algo que nos recuerda a nuestro único destino seguro. Bueno y siguiendo con el reportaje fotográfico pertinente aquí os dejo imágenes de este insólito lugar:
Pues hasta aquí las cosas bonitas y no aparentemente de gran valor que hoy me han hecho subir hacia arriba un poquito otra vez (este continuo desajuste espero que no me vuelva loca). Depende de cómo miremos el paisaje así nos sentiremos, eso está claro, y aunque puede parecer cuando lo pienso que aquí estoy más sola que la una, luego, de repente, no lo siento así, porque estar físicamente sola no es estar sola, tengo tantos amigos y gente que me quiere que cuando me hacen sentir que están ahí me explota el corazón de alegría y muchas veces te tienes que venir lejos y verte en situaciones como esta para darte cuenta de eso…simplemente gracias y ¡a mirar lo bonito de la vida!