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Carmen Merino

Haciéndome la sueca

Inmigración, integración

¡Tengo tantas cosas que expresar que no sé ni por dónde empezar esta entrada!

 

Cuando vine pensaba que iba a vivir esta experiencia con niños suecos, que así es, ¡y me gustaba la idea! pero en ningún momento pensé que me iba a encontrar con una realidad muy diferente.

 

Al llegar, empecé a conocer cosas muy nuevas para mí, una cultura nueva con cosas muy curiosas, y también me encontré con que en Oskarshamn había un gran número de inmigrantes. Legué a pensar que aquí había un programa de integración especial para inmigrantes pero cuando empecé a interesarme por el tema me contaron que era igual en todo Suecia, y numerosas familias de diferentes países, muchos de ellos en guerra, estaban instalados aquí.

 

La integración de estas personas es impresionante, mismamente en los centros juveniles, estos niños juegan y se relacionan sin ningún problema con los demás niños y todos se llevan genial.

 

Cuando alguien de fuera viene al país para vivir, tiene el deber de realizar un curso de lengua sueca totalmente gratis existiendo diferentes niveles, el nivel más básico es para la gente analfabeta, y luego el siguiente es para gente que sabe leer y escribir pero no tiene nada de idea sobre la lengua. Estos cursos son los llamados SFI, sueco para inmigrantes, y ahí es donde me encuentro yo recibiendo clases de dicha lengua.

 

Llevo ya 3 días, y en el inicio hicimos una presentación,en sueco claro, y comparto aula con gente de Chechenia, Irak, Afganistán, Bosnia, Siria, Sri Lanca, Cuba, Alemania y Turquía.

 

La mayoría de estas personas han llegado aquí para buscar una vida mejor, y en el caso de Siria, que ahora estamos tan al tanto de los duros enfrentamientos que hay allí, Suecia es el primer país europeo que ofrece residencia permanente a los refugiados sirios, dada la violencia extrema que existe en aquel país ahora mismo ( http://www.eldiario.es/desalambre/Suecia-UE-residencia-permanente-refugiados_0_171483137.html ).

 

A parte de estas clases gratuitas de la lengua, he podido conocer de manos de mi coordinadora María, un centro para chicos de entre 16 y 18 años que vinieron solos al país. Su hija trabaja allí y el otro día fuimos a ver como era el lugar. Se respiraba un ambiente realmente bueno, y allí a los chavales se les veía felices.

 

Dentro de los centros juveniles donde trabajo, también hay una cantidad grande de niños inmigrantes y por ello siempre tienen el respaldo de trabajadores sociales que vienen asiduamente.

 

También en los colegios, hay comedores para estos niños, tienen derecho a asistencia médica y dentista totalmente gratis hasta los dieciocho años y mi pregunta fue; “María, ¿quién paga todo esto?” ella me contestó que los ciudadanos suecos, con sus impuestos…

 

Tengo que investigar un poco más sobre la economía y el  Estado del Bienestar Sueco, porque aquí las cosas no van como en el resto de Europa, y lo más significativo, no ven al inmigrante como una amenaza o un estorbo como mismamente lo hacemos en España.

 

Con todo esto se mezclan millones de sentimientos, sobre todo cuando algún chaval te cuenta sus vivencias y tú te quedas pensando porque narices has llorado tanto en tiempos pasados por auténticas gilipolleces…

 

Abbe, es un chico de 18 años palestino, está aquí con su familia, su madre y sus hermanos, aunque no con su padre, que lo matarón de un balazo. Él jugaba con su primo cuando delante de ellos vino un hombre y disparó a bocajarro a su padre. Él me contaba que su primera reacción fue abrazarlo y así fue como su hermana pequeña lo vio llegar lleno de sangre cuando entró en casa. Abbe es primo de Joseph y Sohaib, que son dos hermanos de 16 y 13 años que viven aquí también con su familia.

 

Paso mucho tiempo con ellos porque vienen todos los días a jugar a los centros juveniles y el otro día, Joseph me contaba que él parecía un chico feliz pero su vida no era fácil.

 

Este chico palestino tuvo que huír de su propia casa, de una aldeita de Palestina, porque los israelíes los echaban, y no dudaban en matarles si no se iban… Emigraron a Siria, y allí permanecieron siete años hasta que decidieron volver a trasladarse, con tal desesperación que probaron suerte aquí en Suecia, primeramente en Estocolmo, aunque allí las cosas tampoco fueron demasiado bien y acabaron en este pueblecito; Oskarshamn. Aquí llevan dos años, me contaba Joseph ( José, como yo le llamo) y aparenta estar bien, siempre alegre, sociable, pero en el fondo de su corazón me contaba que estaba profundamente triste… Que él sentía que quería volver a su hogar, donde estaban sus raíces, pero que si no volvía era por Sohaib, su hermano pequeño y que si cuando pasara un tiempo, él estaba dispuesto a volver que volverían… Yo le decía que bueno…aquello podía ser peligroso para ellos, pero él con gran dolor me miraba a los ojos y me decía; ” Carmen, es mi casa “.

 

Le pregunté que dónde estaba su otra familia, y me dijo que repartidos por el mundo

 

Entonces su tristeza se traspasó de una manera tan inmensa a mi ser, que el mundo se me vino abajo sólo de pensar que sería de mí si tuviera que renunciar a mi vida por el miedo de ser asesinada…

 

Ese día volví a casa con una mezcla de sentimientos, de sentir tristeza por ellos, pero alegría porque estaban aquí todos con una vida segura, estudiando en el colegio, labrándose un futuro que allí no hubieran podido tener, y ahora,  formaba yo también parte de sus vidas y es un sentimiento realmente fuerte e inmenso.

 

La televisión te acerca un poco a la vida de estas personas desde una visión no acertada porque a mi parecer todo está manipulado, pero cuando convives con ellos, te planteas muchas cosas; problemas que no eran problemas realmente, y estados de ánimo injustos cuando en España tenía todo lo que una persona necesita para estar feliz…familia, amigos y seguridad.

 

Inmigración y sentimientos de la mano en esta nueva experiencia que lleva tan poco y tanto me está regalando.

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