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Fco. Javier M. Romagueras

Catalana con Jamón

La huella de los caballeros catalanes en la primera reconquista de Extremadura

En el último tercio del siglo XII, en el año 1166, un grupo de barones catalanes participaron en la primera Reconquista de la Villa de Alcántara, acompañando a su señor, el Conde de Urgel, Armengol VII, quien a su vez servía al Rey de León, Fernando II. Entre estos caballeros figuraban Arnal de Ponte, Arnal de Sanahuja, Bernardo Mediá, Ramón Vilalta y, sobre todos, Pedro de Bellvís.

Castillo de Belvís de Monroy

Carlos Callejo Serrano, humanista, investigador y Cronista Oficial de Cáceres, (Barcelona 1911-Cáceres 1993), se remonta a dicho período para intentar explicar el origen, aparentemente catalán, del nombre de algunas localidades y topónimos de la provincia de Cáceres, como Belvís, Monroy o Miravete. Su estudio, titulado “Barones catalanes en la conquista de Extremadura”, apareció publicado hace 26 años, en la Revista de Estudios Extremeños que edita el Centro de Estudios Extremeños de la Diputación Provincial de Badajoz. Concretamente en el Tomo 42, volumen 3, correspondiente a septiembre-diciembre de 1986.

En su amplio e interesante artículo, Carlos Callejo explica que Fernando II de León donó Alcántara al conde Armengol por los buenos servicios que le hizo en la conquista de Extremadura. A la villa de Alcántara se le concedió un término que abarcaba hasta la Sierra de San Pedro, por el sur, y por el norte todas las tierras cuyas aguas caían sobre el río Tajo. Varios de los caballeros que le acompañaron en sus años de servicio al rey leonés, hasta su muerte en 1184, ocuparon puestos relevantes en la administración de los territorios ocupados. Así, Arnal de Ponte y Berenguer Arnal fueron nombrados custodios principales de la villa, y Bernardo de Mediá actuó a modo de secretario del conde. Sin embargo, el que más interés tiene, a los efectos de la tesis que planteó Carlos Callejo, es Pedro de Bellvís. Sabemos –explica el autor- que muy cerca de Alcántara los caballeros catalanes procedieron a edificar un castillo que defendiera o vigilara el acceso a la plaza por el sur, por donde venía un antiguo camino romano y podían venir huestes musulmanas hostiles. Este castillo se llamó, y se llama, Bellvís, el mismo que años adelante, y al servicio del rey de Castilla, puso el mismo nombre a otro castillo junto al Jarama. No disponemos de datos de las posibles relaciones de Pedro de Bellvís con los Belvís desparramados en la Extremadura castellana, pero se conjetura que, o fueron edificados por el mismo personaje, o son un eco toponomástico del primero de ellos.

A lo largo de su trabajo, Carlos Callejo se refiere tanto a aspectos lingüísticos, como a heráldicos, incursiona en las relaciones entre el Reino de León y el Condado de Urgel, bucea en la historia del clan de los Monroy, nos cuenta sobre las Extremaduras y las varias Reconquistas. Finaliza con una serie de conclusiones que se reproducen a continuación:

Sepulcro de Armengol VII y de su esposa, Blanca de Foix, exhibidas desde 1928 en el The Cloisters Museum de Nueva York

1ª.- Los topónimos de sonancia catalana y con paralelos en el área lingüística levantina, fueron con gran probabilidad impuestos a fines del siglo XII por los Barones o Caballeros catalanes que acompañaron al Conde de Urgel, Armengol VII, después de la toma de Alcántara en 1166, y a quienes fueron concedidos territorios en el valle del Tajo. Esto vale al menos para tres de ellos: Monroy, Miravete y Belvís. Del cuarto, Monfragüe, nada se puede afirmar, pese a su sonancia. Carece de paralelos en Levante y su etimología no está aún nada clara.

2ª.- Al producirse a fines del siglo XII el alud almohade, todos estos territorios se perdieron, pero no los topónimos. En la segunda reconquista de estas tierras, a principios del siglo XIII, fueron repobladas con los mismos nombres. El poco tiempo que estuvieron en poder musulmán, hace verosímil esto último.

3ª.- No parece demostrable que las familias extremeñas de los Monroy y los Belvís, pese a las similitudes heráldicas, descendieran de los caballeros catalanes compañeros de Armengol VII. Los pueblos citados se perdieron muy pronto y lo único que quedó en pie, como hemos dicho, fueron los topónimos, los cuales persistieron hasta volverse a ganar las tierras en la definitiva reconquista. Más tarde, nobles familias leonesas tomarían su apellido de estos topónimos, dando así origen a los linajes que tanto suenan en la Historia, de Monroyes y Belvises.

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