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Fco. Javier M. Romagueras

Catalana con Jamón

Globalización gastronómica: de los ibéricos a la butifarra

Uno de los efectos más nítidos de la globalización es la internacionalización de la gastronomía. Hoy en día es posible tomarse un buen cocido español en Londres, una excelente polenta italiana en Madrid, un delicioso sushi japonés en Barcelona, un estupendo humus libanés en Estocolmo o un rico cuscús marroquí en Badajoz. Y, por supuesto, nos permite a catalanes y extremeños tener acceso a productos de nuestra tierra con relativa facilidad, aunque vivamos fuera.

Anchoas de l'Escala en aceite de oliva

Los aromas y sabores de nuestra infancia son de las cosas que uno más encuentra a faltar cuando reside fuera de su tierra. Recuerdo que al principio de vivir en Extremadura, a finales de la década de los ochenta del siglo pasado, era prácticamente imposible encontrar aquí alguno de los productos catalanes más típicos. Quizás, no recuerdo bien, la única excepción era el fuet, que sí encontrabas en algunos sitios.

Acostumbro a contar la anécdota vivida el año 1990 en Plasencia, cuando con varios compañeros de RNE decidimos hacer una comida campera mixta, con platos y productos extremeños por un lado y catalanes por otro. César Serrano, buen gourmet y manitas en la cocina, que también había vivido varios años en Catalunya, se encargó de preparar unas butifarras frescas que él mismo había elaborado. Las acompañamos con unas magníficas patatas revolconas, con sus torreznitos y todo. Una de las cosas que nos hacía falta era un buen pan de payés, cocido al estilo tradicional, en horno de leña. Ni corto, ni perezoso, unos días antes llamé a mi buen amigo Rafael Vallbona, para que me procurase dicho pan. Y allí que se fue, a Vilassar de Dalt, a comprar varias hogazas que me hizo llegar por medio de Seur.

En sentido inverso, la situación no era exactamente la misma. La numerosísima presencia de extremeños en Catalunya, ha facilitado que siempre haya habido más facilidad para adquirir algunos productos de Extremadura, sobre todo chacinas ibéricas, aunque igualmente era complicado encontrar otros como los espárragos, el pimentón de La Vera, los quesos, aceites o vinos.

Ahora la situación ha cambiado de forma muy notable, haciendo mucho más accesibles los productos catalanes en Extremadura, y extremeños en Catalunya, y ampliando la variedad de los mismos.

Surtido de queso de Los Ibores

Internet ha supuesto, también en este ámbito, una auténtica revolución. Las tiendas on line facilitan que cualquiera pueda adquirir productos de su tierra y recibirlos cómodamente en su casa, se encuentre donde se encuentre. Un ejemplo es la página www.saboraextremadura.es, que ha puesto en marcha Pedro Castilla García, desde Los Santos de Maimona. Según nos explica, tiene una media de 6 pedidos mensuales con destino a Catalunya: algunos meses son más y otros son menos, pero sí, tengo bastantes pedidos mensuales con destino a la comunidad catalana, especialmente de las provincias de Barcelona y Girona. Suelen ser pedidos medianos, que oscilan entre los 50 y 120 €, y entre los productos más demandados están los embutidos y el vino dulce Eva, producido en Los Santos por la Cooperativa Virgen de la Estrella.

Pero no sólo las nuevas tecnologías han ayudado a que los productos extremeños y catalanes sean más accesibles, sino que también han contribuido las superficies comerciales, al incorporarlos en mayor cantidad a su oferta.

Según datos que nos ha facilitado el Departamento de Comunicación de Carrefour, los productos catalanes que se venden en sus establecimientos de Extremadura son: cavas, mona de pascua, patés, pizzas, conservas de pescado (destacando las famosas anchoas de La Escala), preparados/cocidos cárnicos; vinos (D.O. Penedés, Priorat y Cataluña) y embutidos (fuet, butifarra catalana). En cuanto a los productos extremeños que se pueden encontrar en los centros de Catalunya son: embutidos (jamón Ibérico, chorizo, salchichón, morcilla, panceta,…), quesos (Torta del Casar, quesos de oveja y de cabra), cerezas, picotas, aceitunas, castañas, ciruelas,…

En definitiva, hoy en día ya podemos dar respuesta sin excesivos problemas a nuestra morriña gastronómica. El lado malo de esa globalización, es que ya es mucho más difícil sorprender a alguien cuando vuelves de un viaje, porque aquél producto que has traído pensando que era muy original, te lo encuentras al día siguiente cuando vas al supermercado y, bastantes veces, más barato.

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