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Fco. Javier M. Romagueras

Catalana con Jamón

Santiago Cambero Rivero, un enredador social de ida y vuelta entre Extremadura y Catalunya

En el perfil de una de las redes sociales en las que participa, se define a sí mismo como activista y enredador social, que observa la realidad y comparte reflexiones de cambio social.  Santiago Cambero Rivero, nacido en Badajoz en 1970, es licenciado en Derecho y Sociología y recientemente se ha reintegrado a la actividad docente en la Universidad de Extremadura. Desde su atalaya profesional en la Obra Social “la Caixa”, es desde 2000 un observador privilegiado de las relaciones entre Extremadura y Catalunya.

Cómo gestor de programas de la Obra Social “la Caixa”, ¿cuál es su vinculación con Catalunya?

En el Caixa Forum de Barcelona, con el Palau Nacional de Montjuic al fondo

Tengo una vinculación estrecha con Cataluña por motivos laborales, como es obvio trabajando para una de las principales fundaciones privadas españolas y europeas, desde el año 2000, como es la Obra Social “la Caixa”. En este tiempo, he tenido la oportunidad de compartir muchas experiencias personales con compañeros/as de trabajo residentes en Cataluña, con los cuales hemos aprendido mutuamente para desarrollarnos profesionalmente en el ámbito del sector no lucrativo.

De hecho cada vez que viajo a Barcelona, donde están nuestros servicios centrales, representa una aproximación e inmersión en la cultura catalana que agradezco, como conocimiento particular sobre su realidad, y así evitar la desinformación sobre el pasado y presente del pueblo catalán que, por cierto, está relacionado con la Extremadura de los años sesenta del siglo XX.

¿Cuál es su experiencia y vivencia personal de esa relación con Catalunya o, mejor dicho, con los catalanes?

Como indicaba en mi anterior respuesta, mi vinculación es estrecha con Cataluña por motivos laborales, y ha resultado muy positivo en todos los aspectos, por el momento. Desde mis vivencias personales siempre he valorado la capacidad de emprendimiento, innovación y vanguardia en el campo cultural, artístico, empresarial, académico, asociativo,…, como refleja sus posiciones de liderazgo respecto a otros territorios españoles. Es más, ha sido para muchos extremeños un referente de comunidad autónoma, partiendo desde nuestra realidad e idiosincrasia, por el hecho de extrapolar iniciativas localizadas en Cataluña hacia Extremadura, en aras a favorecer nuestro desarrollo económico y progreso social.

¿Son malos tiempos para ahondar en las relaciones Extremadura-Catalunya, como pretendemos desde “Catalana con jamón”?

Soy persona de optimismo realista, y creo que las relaciones institucionales entre Extremadura y Cataluña siempre han sido cordiales, a pesar de algunos episodios públicos ingratos, fruto del conflicto político interesado. Pero más allá de este ámbito de la sociedad, me interesa destacar las interrelaciones entre catalanes y extremeños, es decir, la dimensión micro de las relaciones de dos pueblos unidos por unos signos de identidades diversas, pero con aspectos comunes por formar parte del Estado español y de la Unión Europea.

Por tanto, son momentos para establecer alianzas estratégicas entre territorios, pensando en un futuro complejo e incierto, a escala global, desde la base social de los pueblos. La cooperación será la clave para los tiempos venideros, si queremos afrontar los nuevos retos.

Paseando por La Vera

¿Cuáles son las debilidades en las relaciones entre Extremadura y Catalunya, o entre extremeños y catalanes, y cuáles los puntos fuertes?

La principal debilidad es el desconocimiento en parte de la sociedad extremeña y catalana sobre dos realidades diferentes, pero con puntos comunes en sus historias más recientes, como supuso el movimiento de población extremeña que emigro a Cataluña para proyectar una vida mejor que la ofrecida por aquella Extremadura de los sesenta del siglo pasado.

Igualmente, cierta desinformación, o información interesada, que en ocasiones lanzan determinados personajes políticos, tantos catalanes como extremeños, que llegan a manipular a la opinión pública como si el enfrentamiento nos beneficiara a ambas comunidades. Todo lo contrario, nos desune para hacer frente común al centralismo político que hemos vivido en España, y que parece resurge con cierta intensidad en estos momentos, con los efectos que se observan en el país.

Como fortalezas, insisto en el hecho de compartir aspectos históricos y culturales que nos unen como pueblos que forman parte de la Península Ibérica, por el origen latino de nuestras lenguas, por los trasvases de población en el siglo pasado, entre otras razones, que instan a establecer grupos de presión ante las instituciones europeas y mundiales, para cambiar conforme a nuestra manera de entender la vida. Las fortalezas se encuentran si se quieren, y creo que debiera haber voluntad política y popular para lograr esa meta común.

Cuando está en Catalunya, ¿qué le gustaría que se valorase de Extremadura?, y viceversa cuando está en Extremadura.

De igual manera, valoro el respeto y la tolerancia entre ambos pueblos que conviven en un mismo territorio estatal, en igualdad de condiciones si fuera posible, para converger en distintos ámbitos de nuestras sociedades europeas.

Si diré que mis compañeros catalanes cuando visitan alguna localidad extremeña se maravillan por la calidad de vida que disfrutamos en Extremadura, a pesar de las limitaciones en comparación con Cataluña. Nuestra gastronomía, los paisajes naturales, la forma de entender la vida,…, les sorprende gratamente, y con algo de envidia sana que siempre se agradece viniendo de catalanes. Les gusta Extremadura y proyectan visitarla con tranquilidad en vacaciones para su disfrute personal y familiar.

¿Un rincón favorito de Catalunya?

Aunque pueda resultar un tópico, me gusta Barcelona, sus calles, plazas y jardines. El trasiego de turistas por las Ramblas, me incita a pensar sobre los atractivos de tantas personas venidas de distintas latitudes terrestres para turistear por cualquier rincón barcelonés. Disfrutar con los sentidos de las fachadas de sus viviendas, el sabor del Mediterráneo, el tacto de sus gentes y los olores de sus alimentos, entre otros elementos sensibles a cualquiera cuando visita Barcelona, sea de día o de noche.

También me agrada la Plaza de España, vigilada por las Torres Venecianas, por el tumulto de gente que transita en esta confluencia hacia la Gran Vía de las Cortes Catalanas y la Avenida del Paralelo. Una plaza emblemática de la capital catalana, construida durante la Exposición Internacional de 1929, donde se ubica la Feria de Muestras. Y desde ahí subir por las escaleras que desembocan en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, Parque de Montjuïc y Estadio Olímpico por las vistas que ofrece de distintas perspectivas de Barcelona. ¡Barcelona guapa!

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