En la imagen superior, el Responsable del Proyecto de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) hace entrega, en JERUSALEN, de su acreditación al autor de este artículo, en presencia de las Representantes del Estado de Israel.
No hay duda de que Israel es Tierra de Maestros, en primer lugar por haber sido en aquella tierra en la que se desarrolló la vida mundanal del “Maestro Supremo”, es decir de Jesucristo, pero también porque han sido y son muchos los doctos maestros de distintas disciplinas, reconocidos a nivel mundial por sus conocimientos, tanto teóricos como prácticos, que están dispuestos a ofrecer los mismos a quien quiera recibirlos.
Del Israel como tierra del Maestro Jesús de Nazaret, siguiendo sus pasos desde Belén hasta Jerusalén, les hablaré a ustedes en futuros artículos; pero ahora me refiero sólo a los otros maestros con los que cuenta Israel, es decir a aquellos que acumulan valiosos conocimientos y muy interesantes cosas que enseñarnos.
Con matices respecto a sus usos y costumbres, algunos de los cuales me parecen difíciles de comprender, me declaro admirador de Israel y sus gentes, con las que compartí varios meses de mi vida hace ya tiempo, trabajando sobre Modelos Agrometeorológicos y Agroclimáticos, dentro de un Proyecto del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, en cooperación con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que fue dirigido y desarrollado por el Servicio Meteorológico de Israel, la Universidad Ben-Gurión del Negev y el Centro Internacional Blaustein para Estudios del Desierto.
Durante mi estancia en Israel tuve ocasión de recorrer bastante a fondo el país, lo que no requiere demasiado tiempo ni esfuerzo, puesto que todo su territorio cabría en la provincia de Badajoz y sobraría sitio (Superficies: Israel=20.700 km2, Extremadura=41.634 km2, Badajoz=21.766 km2, Cáceres=19.868 km2). No obstante su relativamente pequeño tamaño, es bien conocido que Israel tiene una notable presencia y potencia en el contexto internacional, debido en parte a su actividad desde el interior y también a los apoyos que se reciben desde el exterior, procedentes de los muchos judíos repartidos por todo el mundo.
Cuando, a través de la noticia publicada en el Diario HOY el 27 de junio del 2013, me enteré de la visita a Israel por parte de algunos mandatarios del Gobierno de Extremadura, encabezados por el Presidente Monago, en la que se planteaban líneas de colaboración entre Israel y Extremadura, me pareció una magnífica idea, llena de posibilidades.
En realidad son bastantes los puntos de similitud que se pueden encontrar entre Israel y Extremadura, comenzando por su extensión territorial, y siguiendo por sus paisajes, por su clima, etc., de forma que en mi opinión Extremadura puede aprender mucho, de la experiencia adquirida por Israel a lo largo de decenios de penurias de todo tipo, climáticas y “de las otras”.
A su vez, desde Extremadura también se está hoy en condiciones de enseñar parte de lo que se está haciendo, puesto que hay campos en los que podemos hacerlo con plena capacidad, como podrían ser, entre otros, los desarrollados en el CCMI (Centro de Cirugía de Mínima Invasión) de Cáceres.
Pero focalizando el tema en lo que Israel puede enseñar a Extremadura, creo que una de las áreas más interesantes pueden ser los avances que ellos han alcanzado en el campo de la agricultura, en unas condiciones de suelo, de clima, de posibilidades hídricas, etc., que son iguales e incluso en muchos casos aún peores que las que se dan en Extremadura.
Recordando una parte de lo vivido durante mi estancia en Israel, de las reuniones y conversaciones mantenidas con expertos israelíes en agroclimatología, y sobre todo de las visitas sobre el terreno efectuadas, deduzco que existen muchos aspectos que, a mi juicio y “mutatis mutandis”, pueden resultar de interés para Extremadura.
En la imagen superior, representantes de los países participantes en el Proyecto Internacional Israel-OMM; a la izquierda yo mismo, como representante de España, y en el centro el Dr, Jacob Lomas, Director del Servicio Meteorológico de Israel. Solamente de pasada y como ejemplo, citaré algunas de las ideas del Dr. Lomas y de otros expertos, colegas suyos, con los que tuve el honor de cooperar durante aquel Proyecto, puesto que, en mi opinión, podrían ser de interés para Extremadura:
Una de las posibilidades de utilidad es la asociada a la información obtenida a partir de los modelos agrometeorológicos o agroclimáticos, que pueden dirigirse a tres objetivos:
1.- Investigación.
2.- Rendimiento de los cultivos.
3.- Actividad económica.
En el 1.- se trata de analizar el impacto sobre el cultivo de sus condiciones de contorno, como los tratamientos fitosanitarios, la irrigación, el abonado, etc.
En el 2.- se trata de obtener la producción del cultivo, en peso por hectárea, bien a la hora de la cosecha final, bien en alguna etapa intermedia. Se trata también de prever la fecha en que el cultivo se encontrará en determinados estados fenológicos, por ejemplo la fecha de la floración o de la maduración.
En el 3.- se trata de orientar la política agraria general, en el sentido de las importaciones o exportaciones de determinados productos en base a la obtención de beneficios por el conocimiento anticipado (dos o tres meses resultan adecuados) de la propia producción.
También se llegó allí a la conclusión de que en agrometeorología no interesan los instrumentos de observación meteorológica convencionales, demasiado sensibles y rápidos de respuesta, puesto que ni las plantas ni los animales responden a cambios de escasa duración temporal, por lo que el dato de un instrumento o la gráfica de un registrador no demasiado sensible, e incluso con una cierta inercia en su respuesta, se adapta mejor a la hora de reflejar lo que realmente “siente” el cultivo, como ser vivo bajo estudio.
Como ejemplo a imitar recuerdo una entrevista mantenida en la ciudad de Beersheba, al Sur de Israel, con el Dr. Y. Harpaz, en la que éste expuso la solución dada en Israel a su problema de carencia de recursos de agua. Esta solución fue la construcción de un impresionante acueducto, con su red de tuberías y canales que transportan el agua desde el lago Tiberíades o mar de Galilea, hasta prácticamente todos los puntos de Israel, incluido el desierto, recorriendo y “regando” Israel de norte a sur.
El control de entradas/salidas de agua a lo largo de todo el enorme recorrido del acueducto es digno de admiración; viéndolo se da uno cuenta de lo que vale el agua cuando disponer de ella es difícil y con frecuencia inseguro. De la administración de ese precioso fluido que es el agua podría aprender mucho Extremadura, donde lamentablemente es imagen frecuente ver fugas de agua, por roturas o averías en las conducciones y por otras muchas causas nacidas de la habitual abundancia, pero cuidado… ¡Aprendamos de Israel!